No ni ná
Un acto ridículo
El presidente del Gobierno vino ayer a Sevilla como los mochileros, a sacarle partido y dejar poco en la hucha
Cómo debe estar la cosa de cortita en la política que para entregar las llaves de doscientas viviendas de ‘alquiler asequible’ vino ayer a Sevilla media Moncloa y atrajo a medio San Telmo. Siendo municipal, fue un acto de Estado, definitorio del estado de la ... inane nación. Sólo faltó que se presentara la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, cuya presencia habría estado mucho más justificada que la de los que se apuntaron a la barra libre sin haber puesto un farolillo. En el fondo, muy poco se hace ya en España sin dinero europeo.
Cómo debe estar la política y, sobre todo, cómo está el precio de la vivienda, que es la principal queja de la población en las encuestas. La «solución habitacional» de los chavales es el piso compartido si quieren independizarse y las familias dedican mucho más del 30 por ciento de sus ingresos a pagar la vivienda, con registros en máximos históricos. Basta un dato para hacer más amargo el diagnóstico: la promoción pública que ayer se entregaba ha tardado seis años en construirse.
Este drama social hizo ayer más ridículo el acto de entrega de llaves de Emvisesa, un encuentro a codazos de autoridades con el presidente del Gobierno incluido. Eso sí en un entorno perfectamente controlado, no sea que pase como la última vez que fue Sánchez a una obra a Dos Hermanas y le gritaron los albañiles desde los balcones de todo menos bonito.
Entre ministros, consejeros y ediles el que más mérito tuvo ayer es el que diseñó el estrado y consiguió que no se hundiese. Por buscarle algo bueno, no es habitual que las tres administraciones coincidan. Pero no nos engañemos, aquí cada uno iba a lo suyo. Fotos y besos. Esta ‘cumbre’ no va a mejorar las relaciones institucionales y mucho menos el problema de la vivienda.
Si acaso, la bajada de Sánchez puso más en evidencia sus urgencias. Porque vino para quitar visibilidad a la Junta y el Ayuntamiento, ambos gobernados por el PP. Para hacer un hueco en el protocolo a la vicepresidenta Montero en su nuevo empleo de secretaria general del PSOE-A. Y, de paso, para cuadrar la agenda con la entrega de la medalla de Dos Hermanas al exalcalde Toscano, en un acto de exaltación sanchista. Visto así, el presidente vino ayer a Sevilla como los mochileros, a sacarle partido y dejar poco en la hucha. A ver si la próxima vez viene con algo que justifique mucho más su presencia y no solo a «inaugurar» (dijo) viviendas. Por que aquí esperamos al presidente del Gobierno para que presida el acto del fin de las obras del puente del Centenario, la inauguración de la conexión del aeropuerto, la firma del acuerdo económico para la línea 2 del metro o el cierre de la SE-40. Todas esas obras que el Gobierno ha derivado más allá de 2028, con el peligro de que para entonces Sánchez no tenga adonde ir.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete