tribuna abierta
León XIV: «Soy un agustino»
Las características esenciales de la vida religiosa agustiniana son las siguientes: la comunidad, la fraternidad, la búsqueda de Dios en comunidad, la interioridad y el estudio
Jesús Manuel Gutiérrez Pérez
El día 8 de mayo de 2025, el padre Robert F. Prevost fue elegido Papa y decidió llamarse León XIV. En su primer discurso desde el balcón de la Basílica de San Pedro pronunció estas palabras: «Soy un agustino, un hijo de san Agustín, quien ... dijo: «Con vosotros soy cristiano y para vosotros, obispo»».
Pocos días más tarde, el 13 de mayo de 2025, el Santo Padre fue a la Curia General Agustiniana para celebrar la Eucaristía y compartir la mesa con la comunidad. En esta ocasión, el sumo pontífice comunicó a los agustinos que residen en la curia: «De repente, me ha cambiado completamente la vida y he tenido que renunciar a muchas cosas, pero nunca renunciaré a ser agustino».
El ser agustino del obispo de Roma se expresa con claridad en su escudo pontificio, que incluye -junto al lirio sobre fondo azul, símbolo de la pureza de la Virgen María- el emblema de la Orden de San Agustín con sus dos elementos: un corazón en llamas, atravesado por el dardo de la caridad (San Agustín escribió en las Confesiones: «Señor, tu habías asaeteado mi corazón con tu caridad» IX,2,3 y «Señor, heriste mi corazón con tu palabra y te amé» X,6,8), y un libro sobre el que se apoya el corazón, símbolo de las ciencias humanas y de las disciplinas eclesiásticas.
Desde que salió elegido el nuevo Papa, he tenido que atender a numerosos medios de comunicación. La pregunta fundamental de los periodistas era: ¿cuántas veces ha estado el padre Prevost en la ciudad de Sevilla? Les comenté que, durante el tiempo que ejerció el cargo de prior general (2001-2013), vino a Sevilla a visitar a la comunidad del colegio San Agustín en tres oportunidades: 2002, 2007 y 2011.
Otras preguntas que me han planteado los medios de comunicación han sido: «¿Cuál es la esencia de la vida agustiniana?» y «¿En qué consiste vuestro carisma?».
Las características esenciales de la vida religiosa agustiniana son las siguientes: la comunidad, la fraternidad, la búsqueda de Dios en comunidad, la interioridad y el estudio.
1) La comunidad. El carisma peculiar de los agustinos es la vida de comunidad. San Agustín nos pide la unión de corazones y mentes en la caridad. Lo expresa claramente al comienzo de la Regla: «Ante todo, vivid en la casa unánimes y tened una sola alma y un solo corazón orientados hacia Dios. Este es el motivo por el que, deseosos de unidad, os habéis congregado» (Regla 1,3).
2) La fraternidad. San Agustín destaca el amor al prójimo como el más apropiado para dar forma concreta a nuestro amor a Dios: «El amor a Dios es lo primero que se manda; y el amor al prójimo, sin embargo, es lo primero que se debe practicar. Porque el que te impone el amor en estos dos preceptos, no te iba a recomendar primero el prójimo y después Dios. Mas tú, que todavía no ves a Dios, amando al prójimo te harás merecedor de verlo a él. El amor al prójimo limpia los ojos para ver a Dios» (Tratados sobre el Evangelio de San Juan 17,8).
En otro texto, san Agustín afirma que el camino más recto para llegar a Dios pasa por el prójimo: «Es verdad que no hay peldaño más seguro para subir al amor de Dios que la caridad del hombre para con sus semejantes» (Costumbres de la Iglesia Católica 1,26,48).
3) La búsqueda de Dios en comunidad. Como agustinos nuestra principal dedicación es buscar a Dios, tanto a nivel personal como comunitario. San Agustín da una gran importancia a la búsqueda de Dios en común. En el libro de los Soliloquios, a la pregunta que le hace la razón: «¿Por qué quieres que vivan contigo tus amigos, a quienes amas?», Agustín responde: «Para buscar en amistosa concordia el conocimiento de Dios y del alma. De este modo, los primeros en llegar a la verdad pueden comunicarla sin trabajo a los demás» (Soliloquios I,12,20).
4) La interioridad. San Agustín buscó a Dios en la naturaleza, en la iglesia, en la historia y, finalmente, en el hombre interior. Después de haber recorrido muchos senderos, es invitado a entrar dentro de sí mismo: «No salgas fuera, retorna a ti mismo, porque en el hombre interior habita la verdad» (La verdadera religión 39,72).
Concentrado en su intimidad, san Agustín se encontró con Dios. Por fin, pudo exclamar: «¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Tú estabas dentro de mí y yo fuera… Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo» (Confesiones X,27,38).
5) El estudio. En la vida de san Agustín y en la tradición de la Orden de San Agustín se da gran importancia al estudio. San Agustín se dedicó incansablemente a esta tarea durante toda su vida. Nuestra Orden se ha caracterizado a lo largo de la historia por este mismo espíritu.
Las constituciones de la Orden de San Agustín señalan el cultivo del estudio como algo peculiar de nuestra vocación agustiniana: «Nuestra propia vocación, como agustinos, supone un verdadero compromiso de cultivar el amor al estudio y la búsqueda constante y fervorosa de la verdad» (Constituciones 125).
Prior de la Comunidad del Colegio San Agustín de Sevilla
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