Sevilla Al Día
Un cartel, un perdón
Es su trabajo como artista y si no te gusta, no lo mires o no lo compartas en los móviles, pero no hagas daño en el mar de lodo anónimo de las redes
Pocas mañanas o casi ninguna, me aventuraría a afirmar, despiertan a un viaje al pasado, a lo vivido, de la mano de la ilusión, la que derrocha un niño al desempapelar cajas y cajas de regalos. No hay más nervios en un amanecer que el ... que desvela la recompensa a un año de buenos deberes y comportamientos. Romper papeles nunca deparó tantas aventuras en el país de lo desconocido. Es la ilusión plasmada en un óleo sobre lienzo.
Ése y no otro era el objetivo del reconocido artista sevillano Fernando Vaquero cuando recibió el encargo de la Docta Casa para anunciar la Cabalgata de los Reyes Magos de la ciudad. Un pintor es el resultado de su experiencia. Tiró de la paleta de colores que dibujan su infancia, su niñez, para esbozar sin renunciar a su estilo casi cinematográfico lo que para muchos niños sevillanos es la mañana del 6 de enero. Sí, repito, para muchos niños, y no tan niños, sevillanos, béticos y sevillistas, macarenos y trianeros, los de la Borriquita y los del Cachorro...
Nadie en esta tierra albergaba dudas de que tras desvelarse la obra saldrían las alimañas de sus cavernas, porque una cosa son las opiniones sobre gustos que se recogen en el libro blanco y otra la crítica despiadada y dañina. «Se lo ha buscado» se puede llegar a leer en las redes. No es de extrañar que el artista haya denunciado ciberacoso o llamadas a su teléfono en horas intempestivas. Nadie intente convencerme de que efectivamente «se lo ha buscado». Es su trabajo como artista y si no te gusta, no lo mires o no lo compartas en los móviles, pero no hagas daño en el mar de lodo anónimo de las redes. Después cuando pasan desgracias que no hace falta nombrar son los primeros en exigir Justicia y lamentarse.
Y todo este caldo se ha cocinado sin lograr a entender quien teclea estas líneas los motivos de tal inquisitorial campaña, llegando incluso a pedir la retirada del cartel. ¿Qué ha molestado? ¿La bolsa del Ateneo, el resplandor amarillento, los pelos del niño, la sombra fantasmal del adulto, el tamaño de la Peppa Pig o la túnica del tramo del Señor y no de la Virgen de la hermandad de la Macarena? Ah, no, la camiseta verde y blanca. ¡Qué maldad por parte del pintor! Y encima no pidió perdón. Hubo quien propuso que tenía que haber pintado las vestimentas de los dos equipos. Pero, alma cándida, en cuántas casas se regalan ambas. ¿Conocen alguna? A los indignados, algunos con cargo, habría que regalarles un paseo por estampas del pasado, no tan lejano. Hay a quien se le pondría la cara colorada.
Cambiaremos la fórmula de la operación; un cartel, una crítica. Ahora es un cartel, un perdón. Verás cuando llegue el nuevo año y en la agenda cofradiera no quepa la tormenta de carteles.
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