cardo máximo
La Sevilla de Adán
Se hace patente la recaída del alcalde de ese sarpullido juvenil que cree histórico cualquier acontecimiento
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Iniciar sesiónEl adanismo es dolencia de juventud en política, como el acné: hay que pasarlo cuanto antes confiando en que no deje muchas secuelas. Nuestros gobernantes, de un día para otro, se ven ellos mismos inaugurando etapas, abriendo épocas y marcando hitos históricos como debió hacerlo ... el primer hombre cuando se vio en el edén dando nombre a los animales: a éste lo llamaré paquidermo y a aquél, guacamayo. No digo yo que Antonio Muñoz se pase el día bautizando las musarañas, pero sí que le pierde esa permanente novedad en que vive desde que lo nombraron alcalde hace un año como si todos los días fueran el primero del resto de nuestras vidas.
Ayuno de verdaderos logros en su gestión de trece meses, Muñoz se aferró a la candidatura de la Agencia Espacial Española como el gran éxito de su mandato. Tenía a su favor que Sevilla presentaba la mejor oferta y que la adjudicación parecía cantada incluso para los parámetros bamboleantes de un Gobierno que ha hecho de la imprevisión y hasta la arbitrariedad razón de su existencia: literalmente, no se sabe por dónde va a salir. El caso es que a Muñoz le faltó tiempo para colgarse la medalla y pronunció uno de los disparates más gloriosos de los que se guarda memoria: la sede del organismo estatal podía compararse con la Expo92.
Error de principiante porque la votación en el BIE pasó con más pena que gloria y, por supuesto, el alcalde de entonces, el impertérrito Manuel del Valle, no corrió a apuntarse el tanto. Aquel desliz de Muñoz se arregló con una retractación con la boca pequeña y con el bálsamo que todo lo cura: el tiempo. Ese que ha ido poniendo las cosas en su sitio, empezando por el plazo de doce meses que el Gobierno se da para poner en marcha la Agencia Espacial. Al final, va a terminar pareciéndose no a la Expo92, que se inauguró en tiempo y forma pese a todo, sino a la Exposición Iberoamericana cuya idea se lanzó en 1909 y sufrió varios aplazamientos hasta que se celebró veinte años después.
Pero hete aquí que llega el momento de firmar el convenio para financiar la mitad de la siguiente línea de metro que se va a construir y se hace patente la recaída del alcalde de ese sarpullido juvenil que consiste en creer pretendidamente histórico cualquier acontecimiento. Muñoz se llevó la firma del acuerdo al Salón de los Tapices del Alcázar para realzar el simbolismo del acto. ¡El Salón de los Tapices! Donde se constituyó nada más y nada menos que el Parlamento de Andalucía y se aprobó la capitalidad autonómica de Sevilla, ¡qué barbaridad! ¿Qué van a dejar para cuando se inaugure el ramal técnico del subtramo de la mitad de la línea 3 del metro?
El problema de los adanes políticos es el mismo que el del primer hombre: el electorado esgrime su espada flamígera y se ven obligados a abandonar su paraíso. Lo peor es que cuando eso suceda, ni siquiera estará inaugurado el metro para montarse en él y hacer mutis por el foro.
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