episodios locales
El polígono que saltó por los aires
Una delegación sevillana, con el gobernador civil a la cabeza, esperaba en el antedespacho de la Presidencia a Carrero Blanco el día que lo mataron para aprobar un importante proyecto industrial
Los integrantes de la comisión desplazada a Madrid comenzaron a impacientarse con la tardanza, infrecuente en alguien tan ordenado como el almirante
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Iniciar sesiónLa historia contrafactual (qué hubiera pasado si…) no deja de ser un ejercicio de imaginación basado en conjeturas imposibles de demostrar porque los sucesos nunca se repiten de la misma forma. En el caso del asesinato de Carrero Blanco, del que ahora se cumple el ... medio siglo, aventurar qué hubiera ocurrido en España si no llega a cometerse aquel magnicidio es inútil. Pero sí que sabemos lo que supuso para Sevilla. Y eso son hechos históricos contrastados.
El canal Sevilla-Bonanza, y más concretamente el polígono industrial que iba aparejado a todo el cauce artificial para la navegación de buques de mayor calado, fue una víctima colateral del atentado de ETA. En sentido metafórico, también saltó por los aires la mañana de aquel 20 de diciembre de 1973 cuando los terroristas accionaron el explosivo en la calle Claudio Coello de Madrid, a la espalda de la parroquia de San Francisco de Borja de los jesuitas.
Una escueta nota en el periódico de aquel día sirve de huella imborrable para rastrear lo que sucedió aquella terrible mañana en que los cimientos del régimen franquista se tambalearon. En la página 51, portadilla de la sección local, el encabezamiento de la noticia –«El gobernador civil, a Madrid»– daba cuenta del viaje de las autoridades sevillanas a Madrid para presentar el «estudio, proyecto y maqueta del polígono de ubicación industrial en Sevilla».
Era la primera reunión del día del metódico presidente del Gobierno, que cada día escuchaba misa en la iglesia de la Compañía de Jesús antes de llegar a su despacho alrededor de las 9.30 de la mañana. En el antedespacho, una delegación sevillana aguardaba su llegada con impaciencia. Estaba confirmada la presencia del propio Carrero y de ministros y directores generales a los que se iba a tratar de convencer para que dieran su aprobación al polígono industrial junto a la primera fase del canal Sevilla-Bonanza y el nuevo cauce del Guadaira.
Los integrantes de la comisión desplazada a Madrid comenzaron a impacientarse con la tardanza, infrecuente en alguien tan ordenado como el almirante, a la sazón suegro del presidente de la Diputación Provincial, Mariano Borrero Hortal. Ese lazo que unía a Carrero con Sevilla lo había convertido en el principal valedor de los intereses de la ciudad en el Gobierno, el primero desde la Guerra que no presidía Franco.
El canal Sevilla-Bonanza había llegado a ser, en los años del desarrollismo tardofranquista, algo así como el grial que la ciudad venía persiguiendo como palanca de promoción económica. Pero el Ministerio de Obras Públicas y otros departamentos del Gobierno lo veían como una quimera de muy difícil plasmación. La reunión prevista para aquel fatídico 20 de diciembre era trascendental para impulsar el polígono industrial y darle aire al proyecto. La reunión se suspendió y el canal se abortó.
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