CARDO MÁXIMO

El número dos

La combinación de mujer, independiente y universitaria lleva todas las papeletas de salir mal

Es más que probable que los candidatos número dos de las elecciones municipales lleguen antes al cielo que el resto de mortales: han pasado en vida una temporadita en el purgatorio que les garantiza que en la otra encontrarán la gloria que aquí se les ... negó. No es cosa de inventarse una maldición del número dos así en abstracto que explicaría, por ejemplo, el petardo que ha pegado Kamala Harris en la Casa Blanca. Pero para qué remontarse tanto, hasta Washington DC, cuando aquí tenemos una buena colección de candidatos en ese puesto de privilegio que salieron rana o acabaron hastiados de la política casi tanto como la política se cansó de ellos.

Tampoco es plan de amargarle al alcalde, Antonio Muñoz, las expectativas con Mar Gonzalez, excomisionada del Polígono Sur, a la que presentó el viernes pasado como su número dos en la lista electoral del PSOE. Pero la combinación de mujer, independiente y de extracción universitaria, como es el caso, lleva todas las papeletas de salir mal. Ya digo que no es plan de hacer malos augurios, pero ya veremos si Mar González rompe ese maleficio o lo que sea –expectativas frustradas, merma significativa de influencia, concentración de poder en manos del alcalde, desconocimiento del endiablado mecanismo del gobierno municipal– que deja fuera de juego a los números dos a las primeras de cambio.

Al PSOE le ha pasado ya unas cuantas veces. La última, Carmen Castreño, que escoltaba a Espadas y fue presidenta del pleno hasta que entendieron que su perfil de gestora expeditiva no encajaba demasiado bien con las sutilezas del reparto municipal de competencias. Pero antes, ya les había sucedido con Piedad Bolaños, que se marchó por donde había venido en cuanto Alfredo Sánchez Monteseirín se vio con las manos libres. El suyo fue un fichaje estelar al que recuerda mucho el de Mar González ahora, salvando todas las distancias que se quieran entre ésta y Bolaños. Aurora Atoche la sustituyó pero tampoco cuajó. En 2007, Emilio Carrillo era el número dos de facto tras la incursión de Viera, pero aquello acabó como acabó y no hay sitio para meternos en camisas de once varas teosóficas.

Tampoco en el PP le ha ido mucho mejor las cosas con el tique electoral. Zoido echó mano de Javier Landa –independiente y universitario– pero pronto acabaron cansados el uno del otro. Después echó mano de una funcionaria municipal disciplinada e inteligente, Asunción Fley, siguiendo el rastro de Soledad con Carmen Diz.

Sólo recuerdo un número dos orgulloso de serlo, fidelísimo escudero de su alcalde al que hacía de pararrayos: Francisco Moreno, guerrista de primera hora, cuya lealtad a Manuel del Valle está por encima de lo que se estila en la política local. Moreno se fue al Senado cuando el PSOE liquidó a los guerristas en el Ayuntamiento y luego se puso al día como profesor de Física Atómica, que no es cualquier cosa. El único dos sin celos del uno del que guardo memoria.

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