Cardo Máximo
Para toda España
Nadie se había atrevido antes como él lo ha hecho. Es acaso el primer jacobino que alcanza la Presidencia del Gobierno en democracia
Cada comunidad es autónoma para diseñar el currículo académico para que los chavales aprendan sobre el clima y la geografía, pero la temperatura a la que hay que conectar los aparatos de aire acondicionado en toda España la marca el Gobierno central sin atender a ... la diferencias de clima que se dan en territorio nacional, incluida una comunidad y dos ciudades autónomas enclavadas en África. Los recién nombrados consejeros de Educación y Universidades se citan a tomar café y coinciden en que la Selectividad sea la misma para toda España de manera que se garantice uniformidad en las oportunidades de acceder al distrito único universitario nacional y el Consejo de Ministros se descuelga con un decreto que dicta la temperatura en el interior de los bares con independencia de que fuera esté lloviendo o cae plomo derretido del cielo. Seguro que hay matices que se me escapan, pero no lo entiendo.
El Gobierno central dejó en manos de las comunidades autónomas la educación, la sanidad y las políticas sociales, de modo que cada gobierno regional dispone de un amplísimo margen de maniobra, pero apagar los monumentos a las diez de la noche se decide en la Moncloa y es lo que toca. Cuando en los años 80 del pasado siglo se debatía sobre la configuración del Estado autonómico, se argumentaba que era una manera de acercar la Administración a los ciudadanos y que la descentralización administrativa servía para conocer más de cerca la realidad sobre la que se gobierna. Las transferencias dibujaron –habría que decir con propiedad que desdibujaron– el sentimiento nacional hasta reducirlo a poco más que el Gordo de Navidad: los tribunales de Justicia no pueden interconectarse porque cada sigue un programa informático, las diecisiete tarjetas sanitarias son incompatibles y las lenguas cooficiales añadieron complicaciones al marasmo burocrático que amenaza con llevarse por delante la unidad de mercado.
Hasta que llegó Sánchez. Nadie se había atrevido como él lo ha hecho. Es, acaso, el primer jacobino que alcanza la Presidencia del Gobierno en democracia. Lo demostró con la pandemia y lo ha vuelto a repetir con la gestión de la emergencia energética: gobierna por real decreto sin importarle una higa lo que tengan que decir las comunidades autónomas. Eso es. Pero en asuntos tan nimios como la regulación del termostato, el horario de salida de las mascotas durante el confinamiento y fruslerías por el estilo. Luego, cuando hay que fajarse con sus socios secesionistas, se achanta y les da lo que le pidan: indultos, memoria histórica a su medida, millones de euros, vista gorda, condescendencia. Pero que se note quién manda aquí: el aire acondicionado a 25 grados para toda España. Qué duro con las espigas, qué blando con las espuelas.
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