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CARDO MÁXIMO

El arte por el arte

Es como si el autor y el espectador de la obra pictórica estuvieran conectados por una función más que por una emoción

Javier Rubio

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Hay algo fascinante en toda la historia del cuadro de la Inmaculada con el Niño atribuido ahora a Velázquez. Mucho más deslumbrante que la investigación radiológica y espectrográfica de los técnicos del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico que han soltado el nombre del pintor sevillano ... más universal como autor del lienzo. Mucho más impresionante que el encomiable empeño del párroco, Francisco Román, por poner la Magdalena de dulce restaurando las pinturas murales que el incendio en la paredaña delegación de Hacienda a principios del siglo pasado arruinó para generaciones enteras que siempre han visto los muros de la iglesia ennegrecidos y despintados. Mucho más impactante que el papanatismo colectivo en cuanto se pronunció el nombre de Velázquez: allí lleva más de un año colgado, en el coro alto dándole conversación a dos espléndidos zurbaranes y al tenebrario coronado por el perro con la antorcha en la boca, marca de la casa de los 'domini cani' de la Orden de Predicadores que levantaron el convento de San Pablo.

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