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cardo máximo

Abrazos vulnerables

Esa debilidad asumida y plenamente aceptada por ambos es la que hace del momento una felicidad compartida

Javier Rubio

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La casualidad –uno prefiere pensar que fue fruto de la Providencia– quiso que a la hora en que se producía el abrazo del demonio en Sidney del que ha derivado toda la agenda informativa de la pasada semana, me sintiera confortado contemplando despaciosamente 'Cristo abrazando ... a San Bernardo' de Francisco Ribalta, que cuelga en el Prado. El gozo indecible que acompañó la experiencia es imposible de trasladar al papel, como sucede cuando nos dejamos llevar por lo que sentimos y gustamos internamente y no por la emoción que embota los sentidos. La euforia nos estraga.

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