Sevilla al día
Nos toman por imbéciles
¿Alguien puede imaginarse si en Barcelona una obra del Estado que debía estar acabada hace un año continúa al 40 por ciento de su ejecución?
Los sevillanos somos una especie que habita en un microcosmos muy particular, una ciudad en la que todo ocurre en un bucle que es el que marcan los ritos del tiempo. Poco, o más bien nada, sucede más allá de esa espiral costumbrista en la ... que vamos tachando del calendario eventos para volver a repetirlos al cabo de un año. Por eso, aquí lo que nos enciende de verdad es un cartel rupturista, un vía crucis convertido en los cien metros lisos, la fecha del pescaíto, el adelanto de la Cabalgata o la rivalidad cainita que va de Heliópolis a Nervión y viceversa. Antonio Burgos dictó sentencia en una frase lapidaria: «Aquí no passsa na».
El sevillano vive indignado con su entorno. Quienes residimos en el Centro denunciamos que cada vez es más inhabitable, y en los barrios las quejas van de la falta de aparcamiento a las obras que abren en canal sus calles. No nos gusta cómo está ideada la ciudad por sus enormes carencias de infraestructuras y porque aquí todo se eterniza. A ninguno nos parece que Sevilla esté limpia ni segura. Pero más allá de ese lamento individualista, que expresamos con estrés al volante, no hay en esta ciudad una conciencia colectiva de que nos están tomando por imbéciles.
Lo que verdaderamente nos retrata en este estereotipo de la indolencia, que es una suerte de 'manquepierda' malentendido porque aquí nadie se rebela contra las canalladas a las que nos someten, es lo que está ocurriendo con la ampliación del puente del Centenario. ¿Alguien puede imaginarse si en Barcelona una obra del Estado que debía estar acabada hace un año y que comenzó hace tres continúa al 40 por ciento de su ejecución? ¿Que la única infraestructura que está en marcha por parte del Gobierno central en la cuarta capital de España en casi una década no sólo no avanza sino que no tiene ni fecha para su inauguración?
Esta ciudad que sufre un embotellamiento diario por un abandono sistemático por parte de la Administración central desde 1992 sigue tragándose el cuento de que ya va a estar por fin todo en marcha. Ahora, qué casualidad, cuando aterriza en la calle San Vicente la ministra Montero, la sevillana que ha sido capaz de entregarle una financiación singular a Cataluña, ha comenzado un auténtico rosario de anuncios del Ministerio de Transportes en modo 'Bienvenido Mr. Marshall', que no dejan de ser fumata negra e incienso para crear ambiente. No hay ni un sólo euro puesto en la SE-40, ni en la conexión de Santa Justa con el aeropuerto por cercanías, ni en el tercer carril de la AP-4. Sólo hay papeles y anuncios de contratos para que el que venga detrás arree.
Por eso es tan importante que cuando pasemos todos por ese puente que están deconstruyendo para no se sabe cuándo nos acordemos colectivamente de que nos toman por imbéciles. Y así, como expertos en elevar a la categoría de gran escándalo con trascendencia nacional cuestiones como el referéndum de la Feria, hagamos lo propio con el oprobio al que nos somete este Gobierno.
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