Sevilla al día
El sueño cumplido de Antonio
Antonio no ha luchado contra el cáncer, sino por que la enfermedad no le impida ser feliz en cada minuto de su existencia
El tiempo vuela. Con estas palabras, escritas en latín, se despidió a pocas horas de cerrar el 2024. A pocas horas de comenzar el año de la Esperanza. Porque nada es casualidad. Antonio Álvarez-Dardet se ha ido habiéndonos regalado el mejor testimonio de nuestra ... existencia. Durante casi cuatro años aguantó todos los envites de la puñetera pandemia del cáncer sin perder nunca la fe por su recuperación. Su cuerpo se le apagaba a los 47 años pero había decidido ser feliz en lo que le quedara por delante. Sólo se marcó un objetivo: «Que mi vida merezca la pena». A este costalero del Señor de la Sentencia le ha tocado ahora que sea el Hijo de la Macarena quien lo lleve al cielo después cumplir su único sueño. Porque lo que el cáncer jamás le arrebatará a Antonio será la felicidad de haber dejado la huella en sus dos hijos, en su mujer y en tanta gente a la que nos ha puesto los pies en el suelo.
En la vorágine diaria no sacamos ni un solo minuto para la reflexión. El tiempo vuela y la vida se nos va consumiendo como una vela que se acaba apagando inexorablemente sin pensar en cuál es la verdadera razón de por qué estamos aquí. La muerte en Nochevieja del hombre que popularizó el #Saberquesepuede nos para las agujas del reloj para plantearnos qué es la felicidad. Un buen trabajo y un buen sueldo despeja parte del camino, pero también lo puede cegar si no se sabe administrar. ¿Para qué sirve el éxito ante una enfermedad como el cáncer?
En estos días de balances y buenos propósitos de cara al Año Nuevo, Antonio nos ha marcado el reto principal de este 2025. Lo dijo en una extraordinaria entrevista con Curro Bono en 101 TV, que el periodista rescató el pasado 31 de diciembre como homenaje: «Cuando me toque irme, ojalá dentro de mucho tiempo, quiero llegar a decir que he tenido una vida plena. Lógicamente todo el mundo tiene sus sueños personales y profesionales. Mi sueño no es llegar a ser el mejor en nada, mi sueño es simplemente que, cuando yo termine, pueda decir que he conseguido inculcarle a mis hijos que sean buenas personas, querer a mi mujer de la mejor manera posible, darle cariño a mis padres y a mis amigos».
Antonio no ha luchado contra el cáncer. Esto es un error de concepto que puede llegar a hacer mucho daño a quienes afrontan la enfermedad desde la amargura más extrema. Antonio ha luchado por que el cáncer no le impida ser feliz en cada minuto de su existencia. Por eso, ante el final de una vida repleta de optimismo de cara a su curación, algo que no estaba en sus manos, dictó la mejor sentencia que nos marca a todos el camino de la esperanza: «Tengo tanta fe que sé que hay otra vida mejor». Antonio, el sueño está cumplido. Tempus fugit.
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