Sevilla al día
Eso no es de Sevilla
El PSOE ha debido imbuirse de ese afán tan sevillano que es dictar sentencia de lo que es de propio y lo que no, y ha salido huyendo de un Pleno
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Iniciar sesiónEl sevillano tiende a modelar el canon de su ciudad imaginaria. Cree tener el libro de estilo de sus formas, costumbres y paisajes, un sentido de la medida que se ha forjado en comunión hasta crear un arquetipo universal. Por eso cree saber discernir lo ... que es propio y lo que es ajeno, y lo integra o rechaza. No existe un código de conducta escrito pero lo aplica como una regla aprendida socialmente: a la Feria se va de chaqueta y corbata, como el Domingo de Ramos. Burgos acuñó, como tantas otras frases, una improvisada desde la templanza ante quien le injurió desde el gallinero nada más ponerse delante del atril: «Ese no es de Sevilla». Ahí condensaba la esencia elegante de una ciudad que supo compendiar en un recuadro y que no se sabe ya si nosotros la aplicábamos como uso social o porque Burgos lo escribía.
Aquella Sevilla clásica se ha ido diluyendo porque ya no es universal, porque todo avanza y evoluciona, no queda anquilosado en una suerte de tiempo detenido, por más que nos empeñemos a veces en mirar atrás en busca de un pasado mitificado de la perfección que nunca fue. Es ciertamente pretencioso reivindicar hoy el dogma de la sevillanía como doctrina holística, pero sí es necesario preservar la base que mantiene su idiosincrasia más común. Por eso rechazamos los carteles de paella y sangría en los bares y no nos gusta la Mahou ni la cofradía del Sol.
En ese sentido de la medida que se mantiene como una línea cada vez más fina, porque ya no hay una sola pauta a seguir, el acento forzado nos rechina. Nos avergüenza, incluso. Censuramos esa imagen de Sevilla que dan en las televisiones cuando desde Madrid mandan a un redactor a sacar al tipo sin dientes a la salida del fútbol o a la mujer iletrada en chándal que viene llorando de ver la dramática restauración de la Macarena. Y no es por complejo, sino porque esa no es la Sevilla real, aunque siga existiendo en un reducto de la población. ¿Es sevillano el 'miarma'? Lo es, como tantas otras expresiones del acervo cultural y lingüístico, del que escribe con maestría Lola Pons. Pero su aplicación acaba descontextualizada en el estereotipo que fomentan de Despeñaperros hacia arriba y que nos caricaturiza como seres indoctos y supersticiosos, unos graciosos por naturaleza divina.
Por eso el acento de María Jesús Montero no es de Sevilla, porque está forzado en la búsqueda populista del voto folklórico, y alimenta la parodia del andaluz histriónico arrastrado hasta el ridículo, con gestos rústicos que tampoco son propios de aquí. En Sevilla no se aplaude así, ni se mueve la cabeza hablando como si estuviéramos montados en el Ratón Vacilón de la Calle del Infierno.
El PSOE ha debido imbuirse de ese afán tan sevillano que es dictar sentencia de lo que es de propio y lo que no, y ha salido huyendo de un Pleno en el que se le preguntaba por las mordidas que salpican al partido y al Gobierno con el puente del Centenario. Y, para excusar la 'espantá', apelaron a aquella máxima tan de nosotros: «Eso no es de Sevilla».
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