Sevilla al día
Montero, la camarlenga
Sigue enfundada en esa bandera, como gran palmera de un presidente que sigue muy lejos de Andalucía en el espacio y en las formas
Llegó como llega siempre y Sevilla la esperaba: histriónica, histérica y grosera. Aquí vinimos a calificarla como la vicepresidenta de la petalá hace un año, cuando se asomó al balcón de Ferraz para jalear a un líder ausente, con las mismas formas con las que ... aterrizó cuando fue nombrada lideresa del partido en Andalucía. El efecto María Jesús Montero ha durado lo que una pompa de jabón. La llamada a filas de Sánchez para recuperar el poder territorial perdido con la ministra como gran esperanza blanca del PSOE se ha diluido. Hay seria preocupación por el escaso impacto de su nombramiento, que no mejora en expectativas de voto a Juan Espadas. Y caer más bajo, o incluso empatarle al exalcalde hispalense, parecía imposible.
Pero es que Montero venía quemada. No sólo por un presente cargado de cesiones a Cataluña y agravios hacia su tierra en forma de pactos y cupos arbitrarios con separatistas para mantener al presidente en la silla de forma agónica. Sino por su propio pasado en la Junta. La secretaria general de los socialistas andaluces no puede hacer daño a Juanma Moreno por su flanco más débil, como es la sanidad, porque los elocuentes datos que rescató ABC de sus tiempos como consejera de Salud se lo impiden. Toni Vega calificó aquí el pasado jueves de 'luna de miel' lo que vivió el PSOE con la proclamación de Montero en su análisis de la encuesta del Centra en la que hunde las opciones de la ministra de Hacienda en sus aspiraciones de llegar a San Telmo.
El mantenimiento de cargos institucionales no le está sirviendo de trampolín, sino todo lo contrario. Su imagen ayer en el funeral del Papa junto a los Reyes y la vicepresidenta Yolanda Díaz, y su posterior presencia en el palco de autoridades del estadio de la Cartuja en representación de un Sánchez de nuevo ausente, sólo evidencian que, en la práctica, es la primera dama del sanchismo. O, por decirlo de otro modo, la camarlenga del presidente del Gobierno. Sigue enfundada en esa bandera, como gran palmera de un jefe del Ejecutivo que sigue muy lejos de Andalucía en el espacio y en las formas. Y eso arruina cualquier perspectiva de crecimiento de las posibilidades de la candidata Montero mientras siga gobernando en sede vacante los bienes y los ingresos de este polémico Gobierno.
De nada sirve el humo del incienso que ha vendido estas cuaresma el follonero Óscar Puente con las infraestructuras pendientes. Porque la realidad es que la vicepresidenta sigue trabajando para aguantar el andamio de Madrid y no para construir su edificio en Andalucía, a la que apenas viene para pasar el fin de semana. Nadie la vio en Semana Santa, como otros años sí estuvo en los palcos. Probablemente sí la veamos en la Feria. Pero cuando pasen los fuegos, la camarlenga de Sánchez volverá a tomar el AVE a Madrid. Y al final, acabará obteniendo fumata negra.
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