Sevilla al día

Un grafiti en tu keli

El PSOE hizo de la anécdota cuestión de Estado, aprovechando el populismo impropio e irreconocible de su portavoz, aficionado a la cultura

No veas si estaba guapo el grafiti de SFDK en Pinoloko. Era puro 41015, hermano, de nuestra idiosincrasia del barrio. Yo, que me crie muy cerquita, en los pisos marrones de San Diego, jugando en el albero con los arcos de los soportales como porterías ... y con la jindama de que un gitanito del asentamiento junto a Los Carteros se llevara la pelota, veía al otro lado de la Ronda Urbana la esencia de aquella Sevilla del extrarradio. Hasta el 15 de Tussam es símbolo de pertenencia. Tenían hasta una cofradía, la del Moreno, con la flamencura por compás y el sueño puesto en cruzar la SE-30 caminito de la Catedral. Siempre tuve absoluta admiración por los vecinos, de los que las barriadas colindantes éramos apéndice, aunque de su propia periferia. Y llegó aquel grupo de rap, que es para el Distrito Norte como Jesús de la Rosa para Triana, pese a que naciera en el 147 de Feria, en territorio macareno. Como Juan Belmonte, el Pasmo del arrabal desde cuyo corazón del Altozano está grabada la Giralda, y al que parieron en Anchalaferia, donde varean los olivos de Montesión y suenan las cuentas de los rosarios. Porque uno puede ser ciudadano prestado. Yo también soy sanluqueño. Tengo doble nacionalidad porque me da la gana.

Perdone que le dé la tabarra con esto pero es que yo veía aquella pintada en la calle Enfermeras 4 y veía pureza, pero también vandalismo. Porque el arte urbano es efímero en sí mismo, no perdura. Lo decía Bansky. Nace condenado. Porque en la libertad del que pinta también está la libertad del propietario en que no le garabateen la fachada. Y en esa línea roja juega siempre el artista del spray, que tiene sus códigos: donde hay un grafiti no se pinta encima. Es por eso por lo que muchos comercios, y hasta hermandades, encargan a grafiteros que hagan un dibujo a medida en la puerta de su local para evitar que lo vandalicen. Y ahí se acaba el gamberrismo.

Los propietarios del 4 de la calle Enfermeras querían que desapareciera el mural con las siglas del grupo de Pino Montano de su fachada de ladrillo visto. Y tienen todo el derecho. Aprovecharon que el Ayuntamiento había activado una brigada para eliminar pintadas y firmaron la sentencia de muerte del grafiti hace un año. Porque Pino Montano no es el Bronx. Así hasta que un nota del Tik Tok se grabó un vídeo que se hizo viral y, cual serpiente de verano, nos enredó a todos. El PSOE hizo de la anécdota cuestión de Estado, aprovechando el populismo impropio e irreconocible de su portavoz, aficionado a la cultura, que denunció allí que los fachas del PP no estaban respetando a estos artistas, ni al grupo al que le dieron un homenaje, ni a los símbolos de un barrio que los del puño y la rosa (ahora ya ese logotipo pasó a mejor vida también) consideran como propio. Su feudo. Por eso, un buen ejemplo de coherencia sería que invitaran a grafiteros a que pintarraqueen la fachada de su casa y que aquello quede como la calle Vascongadas junto a la Alameda. Pero ese arte, hermano, uno lo reivindica siempre para otro: mejor en tu keli.

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