Sevilla al día
'Eternidad' y los fans
El tipo de cofrade que acudió a ver esta procesión de forma mayoritaria no hubiera ido si la que se pone en la calle es la Virgen de Guadalupe bajo palio
No vamos aquí a realizar un análisis selectivo de lo que debe ser o debe hacer el público que acude a ver una cofradía. Sin duda que hay unos cánones aprendidos 'per saecula saeculorum' que son ya cada vez más residuales en las procesiones de ... grandes masas. Vaya por delante que todo el mundo que va a ver a un paso tiene derecho a que le interese más la forma en la que va vestida la Virgen, la banda que lleva o el virtuosismo de la cuadrilla que la propia imagen. Al final todos caemos en la tentación, que no tiene por qué ser insana, de escoger un momento concreto por el ambiente que genera la espectacularidad de una marcha o la entrada en la Campana de un misterio potente. Pero si profundizamos en los valores antropológicos de la Semana Santa y trasladamos a la actualidad el examen sociológico de quiénes acuden a ver pasos, a nadie le debe extrañar que se afirme que no es el mismo público el que acudirá a ver el Señor de las Penas de San Vicente en noviembre que el que fue el viernes a la extraordinaria del misterio de las Aguas. Pero es que el tipo de cofrade que acudió a ver esta procesión de forma mayoritaria no hubiera ido si la que se pone en la calle es la Virgen de Guadalupe bajo palio.
La clave, en este caso, está en la banda. El Rosario de Cádiz es un fenómeno fan que arrastra multitudes. Esta formación ha alcanzado un impacto tal que se ha exportado desde la Tacita de Plata como las grandes agrupaciones del Carnaval, colocándose en el mapa de la música cofrade y en las primeras posiciones del Spotify de las bandas.
El viernes, desde horas antes en el puente de Triana había grupos de jóvenes tirados literalmente en las aceras del puente esperando a que llegara aquel banderín, y también en paso. Por ese orden. El que suscribe, que sorteó aquel mar de piernas como pudo para llegar al Altozano, ha tenido siempre ese punto cani que le hace reconocer las marchas de cornetas y agrupaciones, virtud ampliamente conocida entre su círculo más íntimo. Llegaba el paso, poderoso, hasta la esquina tras salir de Pureza, y comenzó a sonar 'Gitano tú eres de Santa María', del malogrado Larry, que erizó los vellos del personal. Que, raudo, sacó los móviles en vertical para grabar el momento único. Para su TikTok. Para su Instagram. Uno miraba las pantallas y Twitter (o X) no existía, algo que necesita también apunte para este ensayo sociológico. Digo que miraba las pantallas porque era lo único que podía observar, entre esa constelación de luces hacia arriba en la loma que hace la plaza.
Antes, por Pureza, sonó 'Eternidad' con esa cornetería inicial que provoca el aullido de admiración fan. «Vaya potra, hermano, que hayamos cogido este sitio». No lo dude, esto mismo es lo que usted le dirá a su acompañante cuando vea venir el palio del Valle por Cerrajería y suene Tejera con 'Soleá dame la mano'. Aunque no haya estado antes sentado en el suelo.
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