Sevilla al día

Los enanos se crecen

Causan vergüenza los que aprovechan la cámara para llamar la atención como esos influencer o personajes que tratan a las vírgenes como estrellas del pop

El sainete en el que se ha convertido la basílica de la Macarena estos días forma parte ya de la historia más esperpéntica de la ciudad. La fallida restauración de la Virgen tiene un culpable por encima del resto, que es el hermano mayor, que ... lejos de asumir su responsabilidad ha dejado que dos miembros de su junta de gobierno carguen con toda la culpa y dimitan mientras continúa en el cargo. El capitán nunca puede abandonar su barco. Si hiciéramos la analogía con el Costa Concordia, Cabrero no es aquí el Schetino que salió huyendo, pero tampoco fue el Smith del Titanic, porque él se fue a pique con el buque agarrado al timón mientras Cabrero sigue ausente. La gestión nefasta de la crisis de la Macarena tiene dos gravísimos errores: el primero fue entregarle las llaves a un restaurador que, por mucha experiencia que tenga a sus espaldas, no cumple con los criterios contemporáneos de intervención de una imagen devocional, que pasan ineludiblemente por ajustarse a un control de una comisión de expertos. Arquillo se negó a ello, lo cual hubiera sido su tabla de salvación, y con la Macarena ha acabado firmando su despedida más triste.

El segundo error ha sido la nefasta e imperdonable gestión posterior. La falta de transparencia en la que ha estado sumida la hermandad en estos días ha permitido que se dispararan bulos como el de que habían colocado una copia. Lejos de dar explicaciones, se limitaron a retocar una vez y otra a la imagen y a hacer parecer que era la de siempre, sin dar cuenta de que en lugar de un mantenimiento habían cruzado la línea hacia una intervención invasiva.

Pero este vodevil ha tenido alrededor otros capítulos grotescos que han mostrado al mundo una estampa patética de las cofradías y de la propia ciudad. No hay que sonrojarse ante quienes, desde el carisma más popular, aparecen en las televisiones nacionales consolidando aún más el estereotipo de la Juani de ‘Médico de Familia’, la limpiadora poco cultivada de la serie, que constantemente apelaba a aquello de «ay, mi Virgen de la Macarena». Pero sí causan auténtica vergüenza ajena los que aprovechan la cámara para llamar la atención como esos influencer o personajes que tratan a las vírgenes y sus vestimentas como estrellas del pop, que van indignados a la telebasura a reclamar el respeto por la integridad de la Virgen que ellos no tienen.

Estos enanos de circo han crecido estos días aprovechando el desgobierno existente en una hermandad absolutamente quebrada por uno de los hechos más graves de su historia, y los medios nacionales lo han aprovechado para montar una comedia con las lágrimas de los devotos. Aquel rótulo en Telecinco de ‘skin care a la Macarena’ (cuidado de la piel) muestra el grado de desprecio que sienten hacia algo tan consustancial con el pueblo andaluz como la religiosidad popular. Y si a eso se le une el papel de catedráticos ajustando cuentas con la hermandad en tertulias, se puede afirmar que hemos asistido a un episodio digno de una farándula trágica que nadie ha sabido frenar.

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