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Sevilla al día

El eco de los muros viejos

San Hermenegildo es una herida cerrada. El símbolo de una ciudad que arrinconó su patrimonio esperando que el tiempo decidiera por ella

Javier Macías

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Fue templo, después cuartel, más tarde parlamento y finalmente ruina. Sevilla lo vio morir al paso del tiempo, indolente. Como si aquel edificio que fue escuela del Renacimiento fuera sólo una hermosa fachada hueca al lado de El Corte Inglés. Sin alma, sin historia. Allí, ... en el kilómetro cero de la incuria patrimonial de la ciudad, la especulación franquista acabó con el palacio de los Sánchez-Dalp y del Marqués de Palomares para levantar un mamotreto que acogiera los grandes almacenes. La piqueta ha arramblado con la monumentalidad del eje que va de la Concordia a la Campana pasando por la plaza del Duque en los últimos 150 años. Primero fue San Miguel, que fue derribada a la vez que las murallas en la Revolución Gloriosa. Echaron abajo el Colegio de Alfonso X, el palacio de los marqueses de Aracena, el de la familia Robledo y el de Cavalieri, del que sólo sobrevivió la portada. El desarrollismo tumbó el Hotel Madrid, el Venecia y el Café París. Sólo quedó en pie la casa que Gómez Millán construyó para la familia Gómez y Pérez de León, más conocido ahora como el antiguo Banco Popular. Y San Hermenegildo, que ha formado parte de una subasta interminable y siempre malograda.

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