Sevilla al día

El alcalde «nuestro»

Las grandes inversiones que anuncia el ministro follonero para Sevilla son todo humo, un bulo más en esa maquinaria de la mentira que sostiene a Sánchez

El nivel de sectarismo del Gobierno de Sánchez ha sobrepasado ya todos los límites del maquiavelismo: la razón del Estado, representado en la figura de un líder autócrata, por encima de cualquier otra consideración ética. La frase del presidente de «hacer de la necesidad virtud», ... que retrata su política, se puede englobar en la teoría del escritor de 'El Príncipe' acerca de que la necesidad impera sobre la moral. Sánchez, además, conjuga esa visión maquiavélica con un maniqueísmo descarado que tiende a reducir la realidad a una oposición radical entre los buenos y los malos. La posición dualista que ha impregnado a todo el socialismo ya purgado y convertido en sanchismo se evidencia en ese mensaje filtrado de la jefa de gabinete de la ministra de Vivienda donde eleva a consultas la intención de suprimir la subvención nominativa de cuatro millones de euros que entregó al Ayuntamiento de Sevilla hasta 2023. Y que, «ahora, con el alcalde del PP, sería preferible no mantener».

El gabinete de Isabel Rodríguez llegó a plantear la posibilidad de cambiar el destinatario para que esa ayuda, en lugar de para el Ayuntamiento, fuera a parar a la Diputación, que gobierna -y cito textualmente- el «alcalde nuestro de La Rinconada». No se esconden: antes de entregar esa subvención al enemigo del PP, preferían que la rentabilizara el gobierno amigo. Sin embargo, la realidad es que ayer se publicó en el BOE el listado de ayudas del Ministerio de Vivienda y Sevilla estaba excluida del lote, que por supuesto lideraba Barcelona y su Área Metropolitana.

No hay que ser un lumbreras para vislumbrar que el Gobierno ha dinamitado todos los pilares institucionales en una sinergia ya plena con los intereses del PSOE y su caterva de socios. Cualquier sevillano puede coger papel y boli y hacer la cuenta de la vieja de cuánto ha destinado en los últimos seis años el Ejecutivo central a la capital de Andalucía en relación con otras grandes ciudades de España, fundamentalmente catalanas.

Sánchez ha lanzado a su perro de presa, el tuitero Óscar Puente, para aplicar la política de tierra quemada en un territorio hasta ahora de sus dominios y gobernado por el enemigo. No hay una sola obra en marcha que sea competencia del Estado, a excepción del Museo Arqueológico y del puente del Centenario, en este caso con un retraso que ya duplica el plazo de ejecución inicialmente previsto. El resto de infraestructuras pendientes están todas sobre el papel, con unas fechas previstas para su inicio que están muy alejadas de las luces cortas de este Gobierno que vive al día y que sí aplica para las comunidades amigas.

Las grandes inversiones que anuncia el ministro follonero para la ciudad y su metrópolis son todo humo, un bulo más en esa maquinaria de la mentira que sostiene a Sánchez. Estos trileros, capaces de vender a su madre por un puñado de votos catalanes y vascos, nos toman por imbéciles a los andaluces y a los sevillanos. Sus enemigos.

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