Sevilla al día
El aguijón de Susana Díaz
Lleva cuatro años deslizando que sufrió un pucherazo en las primarias que la acabó mandando a casa y a los platós de televisión
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Iniciar sesiónAnda estos días Susana Díaz acariciando al gato. Desde el visillo de la ventana observa la agonía del sanchismo que la mandó al exilio político. La derrocó atrastrando con ella a todo el viejo PSOE, y acabó destrozando todo su legado con la única filosofía ... dictada desde una autoridad única e irrebatible. Purgó y se hizo con todo el control cruzando todas las líneas rojas. Levantó muros e incendió la política nacional hasta hacerla asfixiante, polarizando y recreando los dos bandos históricos, fomentando el crecimiento de una extrema derecha para debilitar al PP y blanqueando los bloques que buscan la destrucción de la unidad nacional. Pedro consumó su venganza con ella, con la bandera de una supuesta pureza en las formas, en contraposición con un pasado corrupto y por cuyo argumentario logró también fulminar a Mariano Rajoy.
Susana Díaz lleva décadas representando a los cuatro díscolos con el sanchismo que andan repudiados, en las antípodas de un partido carente de ideología más allá de la propia supervivencia de su amo, aunque ello se haya llevado por delante la mayor parte del poder territorial. El liderazgo de Pedro ha debilitado a las bases de un partido que siempre funcionó desde abajo. Ahora, en las postrimerías de esta filosofía absolutista, con el barco a pique existe ya un movimiento cada vez menos callado que advierte de la destrucción total del partido, que se convertirá en la nada cuando la tormenta se acabe llevando por delante a este autócrata.
Lleva cuatro años deslizando que sufrió un pucherazo en las primarias que la acabó mandando a casa y a los platós de televisión. Contaba que Ábalos se llevó 15 días en su barrio (todo es simbólico), viviendo en un hotel, prometiendo obras públicas y cargos a cambio del voto a Juan Espadas. Pero no destapó jamás que detrás de todo hubo una trama que amañó el proceso. Quizá fue porque lo vio perdido, sabe que la distancia de 5.000 votos era sideral, y se trataba de abrir una guerra en su momento de mayor debilidad. Así que esperó, dejó pasar el tiempo. Cuatro años después sabemos que Ábalos y Cerdán trajinaron afiliaciones masivas, engrosaron el censo de las agrupaciones más susanistas con militantes falsos, que ni siquiera pagaron las cuotas. ¿Quién las costeó? Ahí está la clave de todo. Quizá nadie. Porque aquel 13 de junio el trabajo estaba cumplido: Sánchez tenía el control de Andalucía.
Ahora, desde su piso de Triana, Susana mueve hilos. Es prudente porque siempre ha vendido su afán por no dañar más las siglas de lo que un día fue el PSOE en el que ella vivió. Sabe que los aplausos de toda la bancada levantada ayer en el Comité Federal de Ferraz son premonitorios de una muerte que se aproxima. En este estado místico que le aporta el karma, reflexiona sobre la cita de los Corintios... «Muerte, ¿dónde está tu aguijón?». La victoria está cerca y quién sabe si su resurrección.
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