Morir y desaparecer

Lo divertido de todo esto es que Iglesias, en su pataleo premortem, está disparando a todo lo que se mueve. Irónica y principalmente a los medios de comunicación, que son los que le encumbraron y a los que ahora acusa de su declive. Que si Ferreras es esto, que si Ana Rosa es lo otro, que si Ana Pastor se ha vendido... Justo los que cebaron su egolatría, son ahora sus peores enemigos. Todos le vimos enseñando su humilde pisito de Vallecas en Telecinco. Y nos aburrimos de verle pontificar en La Sexta los sábados por la noche. Fue tertuliano habitual del 24 Horas de TVE, de Cuatro. Hasta en Trece Televisión aparecía. Eran los tiempos de la indignación, del 15M y toda aquella ola que tan bien supo surfear para erigirse en apostol de tanto cabreado por la crisis y la corrupción de los dos grandes partidos. La casta y todo eso. Y ahora los pone a parir. Lamenta y critica con vehemencia el apoyo mediático que tiene Yolanda Díaz. Un apoyo que es infinítamente menor al que tuvo él en su momento. Quizá el problema de Pablo Iglesias sea que su hipocampo esté atrofiado. Y no se le acumulen los recuerdos como es debido. Pero al resto no. Todos le recordamos también queriendo azotar a una periodista hasta hacerla sangrar, abrazándose entre hipidos a aquel al que repudiaba o comprándose su famoso chalé. Todos retenemos su imagen amenazante, agresiva. Eso es lo que tras nacer, crecer y reproducirse le está matando políticamente.Y lo que le hará desaparecer a manos de Yolanda. Aunque ojo con este, que lo mismo, más que una cucaracha, es un gato.