SIN ACRITUD
Líneas rojas de sangre
Aquel día sólo se hablaba de la petición de mano de Urdangarín; apenas del asesinato de otro guardia civil, uno más
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Iniciar sesiónEL 3 de mayo de 1997 no se hablaba de otra cosa. Ese día Iñaki Urdangarín pidió al Rey Juan Carlos la mano de su hija, la Infanta Cristina. Con toda la pompa. Con todo el boato. Qué tiempos. El Palacio de la Zarzuela ... atestado de periodistas. Urdangarín, vestido con traje oscuro, camisa celeste y corbata de rayas. Ella, con traje pantalón color vainilla y foulard celeste. Ambos aparecieron en las escaleras de los jardines privados de la residencia real rodeados de cedros del Líbano, cipreses, abetos azules, pinos, arces, olivos, pinsapos... todo precioso. Todo muy bucólico y todo perfectamente recogido en la hemeroteca de ABC, que es un regalo de esta casa a este país. Aún habría de pasar un tiempo para que el novio del año se convirtiera en uno de los personajes más odiados de España, inquina que se ganó a pulso por los lamentables casos de corrupción que protagonizó. Eso vino después, pero aquel sábado de mayo del 97 todo era alegría, amor, sonrisas, miradas cómplices e intercambio de regalos. Un anillo de brillantes en talla 'baguette' para ella y un reloj Audemars Piaget para él. Ya le digo. Hemeroteca. ABC. Todo al detalle.
En fin, todo aquello debía estar viendo en la tele aquel día el guardia civil José Manuel García Fernández mientras cenaba tranquilamente con su mujer en la barra del restaurante El Puerto, en la localidad vizcaína de Ciérvana. Los telediarios, imagínese, no hablaban de otra cosa. A esa hora, las nueve y media de la noche, es probable que estuvieran ya con los deportes. El Madrid de Capello se disputaba la Liga con el Barcelona. Fue entonces cuando un hombre se acercó por la espalda a José Manuel y le pegó un tiro en la nuca. No le hizo falta otro. De un solo disparo, muy certero, lo mató en presencia de su mujer y varios clientes. El asesino sabía perfectamente todas las rutinas del agente. Uno de sus compinches le había seguido durante días y le dio toda la información más que detallada. Ese compinche era Lander Maruri, quien tiempo después fue detenido y condenado a 16 años de prisión. En 2018 salió de la cárcel y fue recibido como un héroe en su pueblo, Santurce. Que se sepa nunca mostró arrepentimiento ni pidió perdón. Hoy, Lander Maruri, es miembro de una de las listas electorales de EH Bildu. Y como él, hasta 36 condenados más.
Ahora que venga el podemismo ilustrado a dar lecciones. De historia y de ética. Ahora que venga el presidente del Gobierno a 'vender' su gestión. A seguir anunciando dádivas. A regalar billetes de tren manchados de sangre para que la juventud viaje por toda Europa. Sangre reciente, no de la guerra civil. Sangre provocada directamente por ellos, no por los bisabuelos de nadie. Sangre que no se han arrepentido de verter. Hay que mirar hacia adelante, por supuesto. Bildu es un partido legal, perfecto. Pero mientras en sus filas haya asesinos condenados que aún se jactan de lo que hicieron, es inmoral pactar con ellos. Es indecente cruzar una línea roja que ellos mismos han marcado. Con sangre.
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