SIN ACRITUD
España está tiesa
El caos de la gasolinera que anunciaba el litro a 0,13 euros podría ser una anécdota, pero no lo es
Alguien se hizo un lío con el ordenador de la gasolinera y se montó el numerito. Es lo que tiene el 'low cost', que es muy 'low' el 'cost' porque el mismo -o la misma- que te atiende para cobrarte en la caja tiene que ... reponer los refrescos en las estanterías, arreglar la máquina de lavado cuando se traga el euro, explicarte cómo funciona la de inflar las ruedas, preguntarte si quieres chicles cuando vas a pagar o convencerte de que te saques la tarjeta de cliente para aprovechar sus magníficas ofertas. Todo eso mientras atiende al proveedor que trae los guantes de plástico o la cafetera que te puedes llevar si acumulas 7.500 puntos. Y claro, además de todo ello, actualizar el ordenador con los precios del carburante para ese día. Imagino que el programa para hacerlo no será muy complicado. Probablemente sólo haya que darle a una tecla, o ni tan siquiera eso. Pero tanto si fue un fallo humano con tanta multitarea o fue el propio ordenador el que se hizo la picha un lío -perdón por la expresión, muy de mi tierra- el caso es que en el panel aparecía el precio del carburante a 0,13 euros el litro. Obviamente el asunto corrió como la pólvora por redes sociales y Whatsapp. En menos de diez minutos aquello estaba como la playa de Cádiz cuando aparecieron los duros antiguos. Caos total. Colapso absoluto. Al punto de que tuvieron que avisar a la Policía e interrumpir el suministro ante la exigencia de la gente de llenar el depósito por seis euros. Hasta garrafas llevaban algunos.
Este asunto de la gasolinera valenciana podría ser una anécdota. Pero no lo es. Cierto que en este país la gente muere por todo lo que sea gratis. De toda la vida. Una entrada para un concierto, una sombrilla para la playa, una camiseta publicitaria... lo que sea. Pero esto de la gasolina a 0,13 el litro explica muy a las claras en qué punto estamos. Y estamos tiesos. Como una mojama. Tiesos hasta llegar a la agresividad.
El presidente Sánchez insiste en que la economía va como una moto. O como un cohete. Qué sé yo. Cualquiera podría creerle, viendo las cifras del turismo estos últimos veranos, por ejemplo. Pero es mentira. Cualquier experto en el sector sabe que las estancias cada año son más cortas y el nivel de gasto cae de forma alarmante. Estos últimos días han querido vendernos como una excelente noticia que la gasolina, precisamente, había bajado a 1,4 euros el litro. Es cierto que es más bajo que hace unas semanas, cuando se alcanzó el 1,6. Pero muchísimo más elevado que hace sólo unos años, cuando el hecho de superar un euro por litro ya nos parecía descabellado. Pero lo hemos normalizado. El coste de la vida en España es cada día mayor. El poder adquisitivo merma de forma alarmante. Y el presidente inaugura el curso político hablando de cambio climático. Que está muy bien, cómo no. Pero lo primero es lo primero. Con las cosas del comer no se juega y el Gobierno juega con nosotros. Intenta engañarnos, vendernos las bondades de su nefasta gestión. Como el gasolinero cuando trata de colocarnos la tarjetita de marras o la oferta de los chicles. Que no la quiero, hombre ya. Que nadie da duros a cuatro pesetas. Ni gasolina a 0,13 euros el litro.
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