Dios nos coja 'confesaos'
La naturaleza nos está dando muchos avisos y va a seguir haciéndolo; la única clave es trabajar con previsión y con este Gobierno es imposible
La playa de Valdelagrana, en El Puerto, es una de las más 'largas' de Andalucía. Con marea baja la distancia entre el paseo marítimo y la orilla te parece kilométrica. Y se juegan unos partidos de fútbol de categoría en la arena mojada. Nosotros los ... jugábamos hace ya más de 30 años, en los veranos de principios de los 90, cuando las rodillas aún lo permitían y la bajamar era por la tarde. Dos horas de 'pachanguita' y a las ocho y media todo el mundo por patas para su casa, que a las nueve cortaban el agua por la sequía. Así estuvimos varios veranos. Los que no tenían depósito en su edificio o un pozo en su chalé, se quedaban sin agua toda la noche. Nos quejábamos, claro. Y nuestros mayores nos recordaban que en los 40 la cosa fue mucho peor. Siempre ha habido algún momento peor. Ahora pensamos que esta ola de calor es inaudita. O que la sequía del año pasado fue inigualable. Pero siempre hubo una antes. Y vendrán otras después. Cambio climático dicen que es. Obviamente. El clima cambia desde que el mundo es mundo. Antes cambiaba la capa de ozono. Nos la estábamos cargando. Le habíamos hecho un agujero a través del cual llegaría la extinción definitiva de la humanidad. Ahora ya nadie habla de aquella capa de la estratosfera que nos protege de los rayos ultravioletas. Ahora es calentamiento global. Y es que lo que no cambia es nuestra ignorancia. O mejor dicho, la de muchos de nuestros políticos.
Ahora tenemos un presidente que después de más de dos semanas sin dar señales de vida, aparece en medio de una ola de incendios para decir bobadas sobre pactos de Estado y lucha contra el cambio climático. Mucha palabrería, ningún hecho. Su labor es minimizar sus devastadoras consecuencias. Y hacerlo con previsión. Adelantarse. Pero es sencillamente imposible cuando no se tiene ni el boceto de los presupuestos para saber de qué recursos dispone. Por eso improvisa. Por eso se pone en ridículo y nos avergüenza como país. Como Mazón a los valencianos. Si de verdad le preocupara que media España esté ardiendo, habría hecho su trabajo cuando tenía que hacerlo. Hace meses. Hubiera estado prevenido. Ya sabemos que la naturaleza es millones de veces más poderosa que el minúsculo ser humano. Pero se pueden hacer cosas. Claro que sí. Se pueden limpiar los montes en invierno para minimizar el riesgo de incendios en verano. Reaccionar rápido cuando se detecte un fuego. En Andalucía lo hemos vivido con los incendios de Tarifa y Zahara, que han sido un ejemplo de gestión coordinada desde la política, con el consejero Antonio Sanz a la cabeza. Se puede dotar de más y mejores medios a bomberos y guardias forestales. Y si viene una sequía, tener más y mayores pantanos. Realizar trasvases. Arreglar conductos por los que se escapan millones de litros de agua. Se pueden hacer cosas. Muchas. Incluso cerrar el grifo unas horas al día, aunque nos fastidie el partido. Pero para ello hay que tomar decisiones. Gestionar. Dejarse de palabrería y pasar a los hechos. Es seguro que la naturaleza seguirá haciendo de las suyas. En forma de fuegos, sequías o danas. Incluso puede que terremotos y tsunamis. Y estamos en las peores manos posibles. Que Dios nos coja 'confesaos'.
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