¡Vivan las caenas!
En el pueblo cada vez identifican menos las ideas que han defendido con las siglas del PSOE
Por la Casa del Pueblo apenas viene gente. Hace unos años los jubilados se acercaban a tomar café, a echar la partida, a leer los periódicos y a ver la Sexta. A medida que han ido pasando los meses, se han descolgado. Ahora el ritual ... de las mañanas lentas se lleva a cabo en los bares. En el pueblo gobierna el PSOE desde hace décadas. El socialismo es aquí una religión. Pero ahora cada vez identifican menos las ideas que han defendido con las siglas que aparecen en el carnet. En el salón de la Casa del Pueblo lo habitual era el bullicio. Ahora parece un monasterio. Sólo se oye la tele donde ahora únicamente ponen programas de cocina. Nada de tertulias.
En la última semana, el tema de charla ha sido Amparo Rubiales y la campaña para recoger firmas y expulsar a Felipe González, el hombre que se inventó el PSOE moderno. Rubiales, en su vida, le ha dado a todos los palos. Ha sido comunista, después socialista, más tarde borbollista, luego guerrista, felipista, chavista, zapaterista, griñanista, susanista y ahora pedrista. Tiene en su capa más cintas que un tuno. «María Amparo siempre fue así», reconoce un compañero de la Facultad de Derecho.
Pero la estampida en esta agrupación llegó cuando una militante fue abuela de un chaval que vino al mundo por gestación subrogada. Ella, que no llega a los 60 años, trajo a su nieto al local. Su hijo y el marido habían buscado descendencia y la habían conseguido gracias a una entidad sin ánimo de lucro. Cuando llegó con la criatura, una militante comenzó a lanzarles proclamas fanáticas: «Que sepas que tu nieto es fruto de la violencia contra la mujer». Le faltó decirle que era hijo de Satanás o algo de eso. La abuela estalló. «Como a ti se te ocurra estigmatizar a mi nieto, te vas a tener que ir del pueblo. Tú que te quejabas de que la Iglesia repartía moral, ¿ahora la vas a repartir tú?». Pues como eso, todo: la amnistía, Bildu, la financiación… La Casa del Pueblo se había convertido en un local para la discordia, no para la concordia. Hoy sábado, día del comité federal, por el local siguen los panfletos para firmar. «Yo estoy con Pedro Sánchez». «Esto es como firmar –dijo el veterano militante– vivan las caenas».
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