El enredo de las fiestas

Pero a esta diatriba se le ha sumado otra no menos boba. Vox, para apoyar los presupuestos del Alcalde ha pedido que dos días, el de San Fernando y el de la Inmaculada sean declarados como Fiesta Mayor cuando no lo son ni el uno ni el otro. Se ha empeñado el partido de Abascal en recuperar la memoria de un santo que se ha ido diluyendo ante el avance de la secularización. San Fernando es el santo del escudo, es la momia que se puede ver el día de su festividad 30 de mayo y el de la conquista de Sevilla 23 de noviembre pero no tiene penetración social pese a su importancia histórica. El día de su memoria, cuando sí era fiesta local, solo se aprovechaba cuando caía pegado al fin de semana. Cuando estaba en medio era una jornada cuya condición feriada hasta se denostaba. ¿Qué hacemos hoy en Sevilla? nos llegábamos a plantear. La supresión de su fiesta por el martes o el miércoles de Feria satisfizo a una inmensa mayoría. La Inmaculada es un día de arraigo histórico en una ciudad que fue adelantada en proclamar un dogma bastante enrevesado intelectualmente pero que caló en las capas populares. Pero no pasa nada en Sevilla, a excepción del ámbito religioso como para darle esa consideración. Bien es verdad que cuando se declara un día o una semana como fiesta local, se hace para que los presupuestos puedan dar cobertura a una serie de actos. Así y solo ahí se encuentra el sentido práctico de la declaración. Pero nada más. El caso es que desde fuera nos miran como si fuéramos bichos. Estamos discutiendo sobre aspectos baladíes de ferias y fiestas. Y eso, créanme, no nos viene nada de bien.