TRIBUNA ABIERTA
Andalucía, rampa hacia el futuro
Cuestionar desde Andalucía el valor de las energías limpias es tirarnos piedras contra nuestro propio tejado

El PIB andaluz creció un 3,1% interanual en el primer trimestre, tres décimas por encima de España, el doble que la media europea y significativamente más que economías como la alemana o la francesa, que se han considerado tradicionalmente motores de Europa. Son buenas ... noticias que deben hacernos pensar que la pregonada convergencia europea es posible, y no una utopía, y que el retraso tradicional del sur no es un hecho inevitable, una fatalidad geográfica que condiciona nuestra mentalidad y nuestras capacidades para el desarrollo. En este caso, Montesquieu no llevaba razón: el clima no determina, para bien o para mal, el carácter. Sol e innovación son compatibles: ahí está California para demostrarlo.
La hoja de ruta para avanzar tiene pocos secretos. Está descrita con acierto en un documento que la CEA y la Junta de Andalucía elaboraron en 2021 con la colaboración de un equipo externo de profesores de Loyola. Hay oportunidades que están muy claras. La transición energética está permitiendo la formación de una industria con enorme potencial de crecimiento. Pero esa es solo la cara más evidente de su potencial. Ese desarrollo debe servir también para la atracción de inversiones de grandes compañías globales concernidas por la descarbonización y la adaptación de sus modelos productivos hacia la economía circular.
Estamos hablando, por tanto, de más que la irrupción de un sector prometedor. Estamos hablando de algo parecido a la digitalización: de un cambio de paradigma en los modelos de negocio. Y las oportunidades que eso abre para Andalucía son gigantescas. Hizo bien, por tanto, el consejero de Industria y Energía, Jorge Paradela, en defender esta industria tras el histórico apagón. Cuestionar desde Andalucía el valor de las energías limpias es tirarnos piedras contra nuestro propio tejado. La historia nos ha colocado esta vez en el centro de una gran disrupción energética.
La digitalización representa el otro gran vector de crecimiento mundial, y Andalucía no debe renunciar a él, a pesar de su posición de partida desfavorable por el tamaño de sus empresas y por su especialización productiva en sectores como el agrícola muy intensivos en capital humano y con menor margen para el gasto en I+D. Sin embargo, las nuevas tecnologías disruptivas (IA, big data, etc.) ofrecen la oportunidad de realizar grandes transformaciones en los procesos productivos y en el acceso a los mercados con una inversión más reducida. Son campos de desarrollo que sólo acaban de comenzar su andadura, por lo que la oportunidad de subirse a ese tren es real, si no en la generación, al menos en la aplicación.
Al mismo tiempo, existe un pujante tejido empresarial que está desarrollando soluciones digitales, que tiene su epicentro más destacado en Málaga, pero del que Sevilla tampoco es ajeno, con jóvenes empresas y emprendedores que tienen claro que estamos ante una oportunidad, más que una amenaza, y que han tenido el acierto de orientarse a sectores tradicionales y estratégicos como el agrícola, la industria manufacturera, la construcción, la sanidad, la educación o los servicios profesionales, que son los grandes animadores de nuestro PIB. Esta alianza de lo innovador y lo tradicional será clave para nuestro crecimiento, que debe sustentarse no sólo sobre la irrupción de nuevas empresas y sectores, sino sobre la transformación innovadora de las actividades productivas clásicas.
Por lo demás, Andalucía dispone de capital humano, buenas infraestructuras, clima y una sanidad que, a pesar de las tensiones provocadas por el envejecimiento de la población y la creciente prevalencia de las enfermedades crónicas, sigue siendo la joya de nuestro Estado de Bienestar, probablemente sin parangón en el resto de Europa. Y a todo ello suma, en este momento, la imagen de una comunidad amable y atractiva para la inversión, interesada por su crecimiento y libre de la gangrena de la inseguridad jurídica y de la excesiva tensión y polarización política.
Quizás sea ese el mejor servicio que las administraciones y organismos públicos pueden hacer al desarrollo económico. Si algo distingue a las sociedades avanzadas es por no exagerar la importancia que la política tiene sobre el crecimiento. El papel de la Administración, como agente regulador y dinamizador es importante, pero sobre todo en la liberación de obstáculos y en la creación de un ecosistema favorable, no como promotor del desarrollo. Este es un reto que nos corresponde fundamentalmente al tejido productivo y a la sociedad civil.
Somos los empresarios, los profesionales libres, los investigadores, los directivos y ejecutivos de empresas, los autónomos y empleados que trabajamos en Andalucía los protagonistas del gran reto de la convergencia. El salto es posible. Necesitamos creérnoslo y asumir cada cual la cuota de responsabilidad que nos corresponde.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete