comentarios reales

La Transición como Narración

En España abundan las «narrativas» y cualquier intento de contar con una «narración» integradora es abortado e impugnado

DESDE que leí 'La expulsión de lo distinto' (Herder, 2017) no he dejado de leer ninguno de los libros del filósofo coreano Byung-Chul Han, pues lo considero el filósofo contemporáneo más fascinante junto con el alemán Peter Slöterdijk. El último ensayo suyo que he ... leído es 'La crisis de la narración' (Herder, 2023) y consiste en un alegato a favor de la «narración» como creadora de historia, conciencia, vida, memoria, sabiduría, esperanza y comunidad, entre otras creaciones bienhechoras. Para Byung-Chul Han, lo opuesto a la «narración» sería la «narrativa» ―que aquí en España llamamos «relato»―, pues las «narrativas» son inasequibles para la conciencia, disuelven las comunidades, privan de sentido al tiempo, desencantan el mundo y pretenden manipular a los individuos convirtiéndolos en «phono sapiens» y consumidores de información.

He resumido a la carrera un ensayo que merece leerse subrayando, porque he pensado que en España abundan las «narrativas» y cualquier intento de contar con una «narración» integradora es abortado e impugnado. Pienso ―por ejemplo― en la expansión ibérica por Asia, Europa y América en el siglo XVI. Francia e Inglaterra darían lo más grande por haber globalizado el mundo como lo hizo Carlos V, pero las «narrativas» que entronizaron la Leyenda Negra han dividido incluso a los propios españoles, hasta el punto de erradicar cualquier mención al continente americano en la mayoría de planes de estudios de secundaria y bachillerato. ¿Por qué hablamos español en Hispanoamérica? Me da repelús repetirlo, pero más de una vez me han dicho que gracias al prestigio del Real Madrid.

Tampoco tenemos una «narración» de los hechos de la II República y la Guerra Civil, que sane, analice y reconcilie a todos los españoles, porque la guerra de «narrativas» mantiene viva la Guerra Civil, por la cuenta que le trae a los políticos interesados en reabrir heridas y reavivar las hogueras. Pero en el colmo de la incongruencia, la «narración» de los crímenes de la banda terrorista ETA ―imprescindible para honrar y recordar a las víctimas― sí ha sido edulcorada para preservar la aritmética parlamentaria que sostiene al gobierno. Sólo así se entiende que las «narrativas» independentistas hayan sido admitidas y asumidas como verdaderas, aunque carezcan del más mínimo rigor histórico.

Sin embargo, hasta hace muy poco sí contábamos con una «narración» de la que podíamos sentirnos orgullosos y que llegó a ser un paradigma democrático para muchos países. Me refiero a la Transición Española, período político extraordinario que tuvo su correlato en un esplendor global de la cultura española. Por eso no debería extrañarnos la hidra de «narrativas» desplegada contra la Transición, comenzando por Zapatero y terminando en Puigdemont, aunque pasando por Pablo Iglesias. Para todos ellos la Transición fue un engendro del franquismo y un apaño totalitario que expectoró la Constitución del «Régimen del 78».

Que no nos engañen: la Transición es nuestra mejor «narración».

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Bienal
Dos años por 19,99€
220€ 19,99€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
3 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 3 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios