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De la deducción fiscal como ingeniería social

¿Por qué no se incentivan fiscalmente la suscripción en periódicos, los abonos teatrales, la compra de libros o la inversión en obras de arte?

Fernando Iwasaki

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LA Junta de Andalucía ha aprobado un par de deducciones fiscales que merecen una reflexión. Me refiero a las desgravaciones por facturas veterinarias y matrículas en gimnasios. No voy a insistir en la finalidad electoralista de la medida —muy bien analizada por varios compañeros—, pues ... a mí me interesa detenerme en la finalidad intrínseca de las deducciones fiscales. A saber, que las desgravaciones son instrumentos de ingeniería social indirecta, pues no imponen, pero inducen y orientan. Se trata de una suerte de «gramática fiscal» que les permite a los gobiernos escribir la narrativa de las sociedades que desean construir. Por eso las desgravaciones fiscales nunca son neutrales, porque funcionan como incentivos selectivos que premian ciertas conductas y desincentivan otras al no otorgarles ningún beneficio. En resumen: son un espejo de las prioridades políticas y culturales de los gobiernos.

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