Andalucía, de cine
Tatuajes y banderas: del 4-D al A 58
Andalucía, hoy, más que el viejo sentimiento de agravio y del sudor jornalero ha de ser cuestión de cifras. De inversión, de empleo
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Iniciar sesiónCumplir la palabra dada es lo que tiene. Es campaña electoral, el resultado es incierto, vas cansado de un sitio a otro y te cruzas en la calle con un joven tatuador. Te vienes arriba, claro. Sujétame el cubata. Y unos días después, ocurre el ... milagro. Mayoría absoluta. Con lo bien que estaba visitar vacas en Añora.
Juanma Moreno podría haberse hecho el olvidadizo. Haber salido por la tangente. O haberse hecho un carmencalvo, sin ir más lejos: una cosa es el Juanma candidato y otra muy distinta el Juanma presidente. Pero no le sale. Así que esta semana se plantó en Linares para que el joven tatuador de Bailén al que le hizo la promesa en Roquetas el pasado junio le grabara en la muñeca izquierda con tinta indeleble una letra y una cifra, Andalucía, y el inopinado número de diputados que sacó el 19-J. «A 58».
Pasa que el presidente, yerno ideal al que muchas suegras ahora querrían tirar de las orejas por haberse estropeado la piel bajo sus siempre bien planchados puños de la camisa, es empático. Con los tatuadores, con los vecinos de Alhaurín y con los viejos rockeros del andalucismo. A los primeros les ofrece la muñeca, a los segundos el alma y a los últimos, como ha sucedido esta semana con Alejandro Rojas Marcos, les compra la idea de celebrar el día de la bandera el 4 de diciembre. Tiene para todos, que diría mi abuela.
Así como lo del tatuaje se ha tomado a broma, la ocurrencia del día de la blanquiverde ha generado muy sesudos comentarios. Cautivo y desarmado el ejército naranja, Moreno va a pescar ahora en el andalucismo, se ha relatado. A mí la cuestión, qué quieren que les diga, me ha dejado frío. Y salvo algunos cachondos que preguntaron si el puente de la Inmaculada tornaría en acueducto, no he percibido gran entusiasmo entre la población. En la era de los unos y los ceros, se han quedado viejos muchos símbolos. Andalucía, hoy, más que aquel viejo sentimiento del agravio y del sudor del jornalero explotado, ha de ser cuestión de cifras. De récords en exportaciones, de empresas instalándose aquí. De empleos. Haga lo que quiera con el 4-D, pero aproveche bien ese A 58. Y cuidado con lo que promete en la próxima. Que las carga el diablo.
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