Magníficos contra la competencia

Dicen los magníficos, en arrogante sinécdoque, que haber iniciado los trámites para la implantación de estos centros genera una gran inquietud «en la comunidad universitaria». ¿En toda? Habrán preguntado. Pero analicemos por qué. ¿A qué tienen miedo los rectores? En el comunicado que tan dignamente evacuaron, dudan de la calidad que puedan tener estas iniciativas privadas. No deberían inquietarse. Llegan con todos los informes a favor. Y si al final la formación que ofrecen es peor, la realidad, el mercado y el sentido común se ocuparán de separar el grano de la paja.

Se malician además de que la entrada de nuevos actores pueda significar una amenaza para su financiación. La Junta ya ha dejado claro que no habrá pasta pública para estos proyectos, liderados por gente que quiere, vaya cosas, arriesgar su pecunio en una aventura que no sabemos cómo les saldrá. Parece por tanto que el temor es infundado y sí habrá que pedir a la administración que resuelva de una vez, y bien, el modelo que garantice la supervivencia financiera de las públicas.

Se entiende poco, o a lo peor demasiado, ese miedo atroz a la competencia tan común en el ámbito educativo. ¿En qué ha perjudicado a la pública la existencia de la ya consolidada Loyola? Más que demonizar de entrada al que viene, mejor sería mirar hacia adentro. Seguro que encuentran miles de cuestiones a mejorar para que la disputa sea sana y beneficie a todo el sistema. Al que estudia, al que imparte. A quien espera universitarios estupendamente formados. Ya verán. Va a ser magnífico.