andalucía, de cine

Qué escándalo, aquí se insulta

Empiezo a dudar si causa más perjuicio la invectiva o esas pieles tan finas amargamente ofendiditas

¡Golfos! ¡Fascistas! No va más. El Parlamento andaluz, que para algunos debería seguir siendo ese lugar divertido donde en Navidad se tocaba la zambomba y las risas de sus señorías se hacían virales antes de que existiera la viralidad, es un hoy una taberna ... barriobajera. En vez de argumentar sesudamente, los diputados dedican la sesión a insultarse de manera soez sin tener en cuenta el simbolismo del lugar en el que se encuentran. Sólo falta la faca. Al presidente, Jesús Aguirre, que accede al salón de plenos con sonrisa bonachona, ánimo de árbitro permisivo y pocas ganas de pleitos, le van a provocar la úlcera que no le generó la pandemia ni la listeriosis. Manda narices. A su edad. Y eso no. Nunca lo perdonaría.

En el último pleno, el jueves, conocimos a un Aguirre desencadenado, que tuvo que retirar la palabra y expulsar del atril a un diputado de Vox que se empeñaba en llamar «golfos» a los parlamentarios socialistas. «Nos han llamado fascistas», se dolía, mientras que toda la bancada del PSOE se tiraba de los pelos enojadísima por lo faltón del término que se le había dedicado. Claro. Cómo va a ser golfos nadie del PSOE si el fraude de los ERE, con todo un expresidente a puntito de entrar en la cárcel, fue una «cacería política» urdida por el PP y ciertos medios de comunicación.

Hace unos años, José Antonio Labordeta, entonces diputado por la Chunta Aragonesista, la montó en el Congreso con aquel «a la mierda, joder» que dedicó a los peperos que le increpaban. Ahí quedó la cosa. La historia del parlamentarismo está plagada de improperios y Rubalcaba y Rafael Hernando estuvieron un día a punto de llegar a las manos. Eso es peor. Vale que el nivelito es cada vez más bajuno. No, no encontramos castelares en el escaño. Pero empiezo a dudar de qué causa más perjuicio. Si la propia invectiva, de la que sería menester huir como herramienta de uso habitual, o esas pieles tan finas amargamente ofendiditas a las que le parece perfectamente normal faltar, pero montan tremendo escándalo y dicen ser víctimas de la peor de las violencias cuando reciben el golpe. Qué escándalo, aquí se insulta.

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