Andalucía, de cine
Defecto de forma
Se archiva el caso Isofotón. Embelesados en la pugna elitista del CGPJ, nadie repara en el hedor de los juzgados más cercanos
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Iniciar sesiónSegún una ministra cuyo nombre no creo que mucha gente sepa, en el metro (del que seguro que no se baja) no se habla de otra cosa. ¿De qué? Del CGPJ. ¿Lo cualo? Sí, hombre, del Consejo General del Poder Judicial, que lleva cuatro años ... bloqueado. Las pérfidas hordas conservadoras, con o sin puñetas, no permiten que se renueve y quede el paso expedito al fin para que el progresismo, que como todo el mundo sabe es el lado bueno de las cosas, dictamine hacia dónde debe inclinarse la balanza. Esa que porta una señora cada vez más desnuda, con la venda por los tobillos y la espada más afilada que nunca.
El populacho está que arde. ¡Lesmes, no te vayas!, se corea al unísono, en plan secta, mientras llega el convoy. No lo dejes hasta atar los apoyos que sojuzguen a esa rancia villanía que sólo pretende eternizar la carcundia togada que ha de devolvernos al Medioevo. Se ha dado el caso de viajeros que se han pasado de parada recitando el plantel de candidatos plausibles para presidir el Supremo. El otro día, sin ir más lejos, alguien tuvo que pulsar el freno de emergencia ante la tangana desatada en un vagón. Las dos Españas, Joselito 'El Gallo' o Belmonte; germanófilos o aliadófilos; Chenoa o Bisbal, con o sin cebolla (con Tamara estamos todos), ahora ya sólo se pelean por el futuro del órgano judicial.
Embelesados ante esa pugna elitista y bienoliente, nadie repara en el hedor de los juzgados que nos tocan más de cerca. El juicio por el accidente del Alvia, 80 muertos, se inicia nueve años después. En Estepona 50 imputados, políticos y empresarios, llevan década y media esperando que se juzgue si fueron corruptos o no. El pan de cada día en cualquier sede judicial. Y en Sevilla, un defecto de forma, el olvido de una instructora, obliga a archivar el caso Isofotón. Más de 44 millones de euros perdidos en otro pufo de la Junta socialista. 37 exaltos cargos frotándose sosteniblemente las manos.
Al Gobierno, sin embargo, sólo le importa el asalto al Constitucional. Y en su conquista perenne del relato, llega a creerse que estamos con ellos. En el metro o en el bus. Si así fuera los de la tara, los defectuosos, me temo que seríamos nosotros.
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