PÁSALO
La tesis de Marié
Una americana con las meninges sin planchar ha conseguido lo que nuestra política tiene pendiente
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Iniciar sesiónAsí es la vida. A unos les enloquece y a otros les defrauda. Nunca puedes gustarle a todo el mundo. Tus detractores hacen más creíbles los labios que te adoran. Eres hija del sol de abril y del cielo de lapislázuli que corona tu virreinato. ... Este aire marceño de tibieza prematura, tan cernudiano, abre de par en par los botones de azahar del ya cargante abrigo de invierno, para poner a relinchar los pellejos de tus tambores y mandar al mismísimo carajo a Marié. Marié es una desavisada chica norteamericana que pasó por la ciudad y no se enteró de nada. Debía estar sorda de un pie y bailó bajo una lluvia de barro ácido. Cagó unos cuantos tuits en su cuenta donde, sin medirlos, nos puso a la altura envidiable de Florencia, para después cargar contra las naranjas amargas, los transportes públicos y colocar en el ambón de su insoportable ignorancia que Sevilla finge tener más antigüedad e importancia de la que la que le corresponde. Casi dos décadas después que Dan Brown colocara a Sevilla, en su Código da Vinci, a la altura de un poblado bosquimano, donde no era recomendable ponerse enfermo, llamar por teléfono o , incluso, palmarla, una hija de su misma leche condensada, coincide con él en darnos un tremendo bofetón en los hocicos.
Ha intentado Marié escribir en redes un simulacro de la Tesis de Nancy, aquel divertido libro de Ramón J. Sender sobre una estudiante norteamericana en Sevilla dispuesta a documentar un libro sobre folclore. El idioma, las costumbres, los retruécanos de la jerga local, la rústica mentalidad de los paisanos, condimentan las cartas de Nancy a su prima Betsy, donde va componiendo un mosaico sobre una ciudad que trata de entender. No hay que amar Sevilla por decreto ley. Pero puestos a buscar ciudades fingidoras de su edad e importancia, en los solares de Marié debe de haber unas cuantas. La más antigua, si de eso se trata, no tiene más de 458 años, la fundó Pedro Menéndez de Avilés y lleva en sus venas sangre española. Una caja de gamba para una ciudad como Sevilla donde arqueólogos de cuarto milenio sitúan la capital del imperio atlante. Las torrijas a lo Pedro Ximénez te quitan puntos en el carné...
Lo mejor de la tesis de Marié es el movimiento de empatía que ha generado entre andaluces, esas tribus que se desprecian a morir pero que no pasan ni una cuando le meten el dedo rectal en el orto de su orgullo. Cordobeses, malagueños, almerienses han reaccionado espontáneamente dejándonos patidifusos. Una americana con las meninges sin planchar ha conseguido lo que la política tiene pendiente. Las reacciones han sido tan vibrantes como cómicas, ese acento que nunca se pierda, hasta el punto de que estoy por promover un monumento a Marié como generadora de la concordia andaluza. Viniste, querida muchachita, desde lejos para marcarte un Dan Brown en las redes, consiguiendo invertir los códigos establecidos sobre odios provinciales. Que la banda de Salteras le toque Dulce Nombre y los de la revista La muy, con Moeckel como heterodoxo librepensador, modere un encuentro en Casa Román entre la rubia y su compatriota Larry Shi, el mismo que le ha escrito una carta de amor a España contándonos a los españoles que no nos damos cuenta del impresionante país que tenemos…
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