PÁSALO
Una mirada al futuro
Nunca hemos sentido tanta gente de la misma forma
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Iniciar sesiónCon esos ojos seguros, firmes y llenos de determinación con los que nos mira Villegas desde su portentoso autorretrato, os invito a que encaremos el futuro de este nuevo año para espantar de nuestros rostros el terror, la desolación, la desesperanza que el joven Gericault ... plasmó en su dramático cuadro La balsa de Medusa. Este cuadro está inspirado en hechos muy reales. La fragata Medusa naufragó frente a las costas del Senegal y el capitán y la marinería dejaron tirado al pasaje que, para sobrevivir, tuvo que ideárselas para construir sobre la marcha una balsa donde se refugiaron ciento cincuenta personas. Tan solo sobrevivieron quince. Espantemos, pues, con los ojos firmes y sinceros de Villegas, la tragedia humana de la Medusa, tan asimilable, en estos tiempos de ande yo caliente y ríase la gente, a hechos perturbables que ocurren a diario. No hay aurúspice que encuentre en el hígado de una paloma signo alguno de que atravesemos el mejor momento de nuestra historia. Los ladrones a cargo del presupuesto pasarán pronto a ser santos con dos pistolas con derecho a desvalijarnos si no sisan para ellos, aunque puedan hacerlo para terceros. Y veremos a rufianes enarbolando el martillo neumático a toda pastilla para hacer saltar por los aires las viejas y venerables piedras que unían el callejero nacional. Lo peor, como siempre ocurre con las grandes estafas, es que tratarán de darle un barnizado barato de credibilidad política, montando referéndums democráticamente legitimados y bla, bla, bla.
La noche estrellada que nos pintó Van Gogh, tan abierta y soñadora, la convertirá la mayoría sustentada por torcidas y aviesas minorías, en el grito desesperado que tan expresionistamente nos pintó Münch. Un grito de impotencia, desolación, tristeza y soledad. Nunca nos hemos sentido tanta gente de la misma forma, viendo cómo la presunta libertad guiando al pueblo que nos pintó Delacroix destroza la transición, entra como Atila en la Constitución y nuestras instituciones sufren la erosión de los falsarios. Esa libertad que dicen guiarnos es una impostora y cada vez tiene menos pueblo que la siga hacia el desfiladero que nos señala como la tierra prometida. Hay que acordarse de los relojes fláccidos de Dalí para medir esta situación, tan enojosa como delirante, que el propio genio de Cadaqués tituló la Persistencia de la memoria. No sabía aquel catalán sublime, portentoso y divinamente golfo, que en España la memoria anda quebrada de un pie y cojea de la pata izquierda.
Mientras se dedican a deconstruir lo que ya estaba asentado y asentido, viralizan la pamplina como grandes pasos hacia la modernidad, haciendo la vida más cara, la energía un artículo de lujo y el trabajo una costumbre de otros tiempos. La mulata que pintó Velázquez y limpiaba la cocina con tanta subordinación como la fatalidad de su destino se reencarna en millones de jóvenes que desearían despertarse con el mismo sol vitalista que pintó Edward Hooper. Yo sueño con la elegancia de aquel paseo por el mar que nos legó Sorolla y en atravesar las puertas cernudianas de Lola Montero y ver a Ocnos. Miremos al futuro con los ojos de Villegas para verlo con los colores auténticos de Pepe Yáñez y sentir un Año Nuevo como un cuadro por pintar. Felicidades.
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