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pásalo

Elogio de la sinceridad

Vivimos tiempos donde ser sincero te sale más caro que un litro de aceite de oliva

Felix Machuca

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SANDRA la bohemia, musa fija discontinua del Café Gijón, amiga, modelo y amante de pintores y escritores, vampiresa enemiga de la vida diurna y lectora indesmayable de Kafka, está en posesión de uno de los récords de sinceridad más notables del planeta. Jesús Quintero fue ... a preguntarle una vez si se consideraba una artista. Y Sandra, sin pelos en la lengua ni en el sobaco, le contestó: «No, yo soy puta». Gómez de Celis es posible que no la conociera. Ni que le hayan contado la anécdota. Pero si me acuerdo de Sandra, que blasonaba en el Gijón de ser hija de Negrín y amante de Neruda, es para no olvidar la sinceridad del vicepresidente primero del gobierno demostrada esta semana en una entrevista en Canal Sur Radio. En un tiempo donde ser sincero te cuesta más caro que un litro de aceite de oliva, Gómez de Celis dejó claro que su proceder ante la prensa cuando se le pregunta por cuestiones sensibles es manifestar que no tiene ni idea de lo que se habla o se negocia. Y si la tuviera, nunca se la confesaría a un periodista. A Gómez de Celis, que siempre tuvo olfato excepto para elegir pasiones de graderío, nunca le ocurrirá lo que ha sucedido con José Manuel Soto, por ejemplo, que en otro ataque de sinceridad, ruda, dura y bárbara, le ha costado varios conciertos.

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