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Alerta roja

Nos falta España y nos sobra Españistán

Felix Machuca

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NOS hemos pasado años proclamando que viene el lobo de la sequía, que el ciclo húmedo daba paso al seco y que el agua era un bien tan escaso que el tipo de la manguera que regaba los alcorques de su parcelita era un delincuente ... no mejor que los del clan de los Castaña. Una y otra vez. En bucle, como las emisiones musicales de algunos programas de radio. El ruido llegó a ser tan abrumador que alcanzó niveles de congreso de cotorras. Una declaración tras otra. Una alerta tras otra. Una profecía, más o menos mesiánica, tras otra. Pero se hizo muy poco. Hablaban, anunciaban, profetizaban, pero los brazos seguían cruzados y los presupuestos desviados hacia otras urgencias. ¿No era una urgencia saber que nos quedábamos frititos, sin agua ni para el escocés? Asfixiados por la realidad de cinco años de pluviometría casi sahariana, se nos anuncia ahora que la amenaza climática es angustiosa y que el meteorito puede esperar, que su impacto no es el que nos preocupa y que lo que nos coloca delante del espejo de nuestra vulnerabilidad es la falta de agua. No llueve como debería llover y un angustiado Juanma Moreno Bonilla nos anunciaba el pasado miércoles que no llegamos al verano si las fuerzas de la naturaleza no se desatan y nos hacen un remake de diluvio.

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