TRAMPANTOJOS
Viaje por la España maltratada
Existe una España beneficiada desde hace siglos y otra continuamente olvidada para la que parece que no van a cambiar las cosas
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Iniciar sesiónSiempre que viajo el norte me planteo lo absurdo de nuestros actuales mapas de transporte ferroviario. ¿Por qué para viajar a León hay que ir hasta Madrid y coger allí otro tren hasta nuestra Castilla vieja? Estamos condenados a viajar siempre en el mismo furgón ... de cola, como demuestra ese hiriente mapa recién publicado donde aparece la España con mayores y con menores rentas. Un destino del que no parece que vayamos a poder huir en mucho tiempo.
Es verdad que hay pecados de los que somos responsables nosotros mismos, pero también existe una España beneficiada desde hace siglos. La misma que previsiblemente ahora va a volver a gozar de más privilegios en inversiones de infraestructuras, pero que ya en el siglo XIX fue favorecida. A pesar de que siempre apelan al victimismo, hace tiempo que se decidió que esos territorios tuvieran industrias mientras otros fuimos convertidos en granero de España. Y en eso seguimos.
Simplemente cogiendo un tren podemos adivinar en qué lugar de España nos encontramos. Por eso, esa reivindicación del llamado Tren de la Vía de la Plata me parece una digna bandera en la que se resumen muchas de las heridas de nuestra Historia.
Desde hace años se exige que vuelva a estar activa esa línea de ferrocarril que conectaba Andalucía con Asturias. Y se hace no sólo con el argumentario de que ya hubo una línea ferroviaria a finales del siglo XIX. Ese camino ya existía mucho antes. De hecho, es el ejemplo de por dónde se coló la civilización en nuestra edad antigua.
En la Hispania romana la calzada importante era la Vía de la Plata, la columna vertebral de la vieja España. Ese lugar que con los siglos fue dejando despojos de nuestra cultura en sus mármoles y en los miliarios que indicaban el camino. Esa ruta que narró y midió nuestro Nebrija y que se había convertido también en sendero de peregrinajes y devociones.
Pero el camino se llenó de polvo, olvido y desidia. Y ahí continúa, como ejemplo doloroso de la España maltratada. En Sevilla perdimos esos caminos y ahora tenemos que pasar por Madrid para viajar a cualquier lugar de España, como tributo y pleitesía.
Perdimos también los viajes ultramarinos. En el Siglo de Oro, en el tiempo asombroso de los Descubrimientos, al puerto de Sevilla llegaban todos los que querían viajar a las Indias y ya en el siglo XX del puerto de Nueva York partían los trasatlánticos que arribaban en América.
Ahora nos prometen vuelos a ese mismo lugar al que llegábamos hace siglos. Y hasta hay que venderse al míster Marshall de ese espectáculo hortera de los Grammy. Por cierto, con un despilfarro que bien serviría para mejorar esas infraestructuras de transporte de esta tierra maltratada por los siglos de los siglos.
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