trampantojos
Pequeñas grandes historias de ABC
El periódico entra en la posteridad de la Caja de las Letras para reconstruir la memoria de nuestra época
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Iniciar sesiónAhora que el legado de ABC ha entrado en la posteridad de la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, podemos recordar algunos emocionantes episodios de su historia. En la caja 1263 se guardan páginas que permiten reconstruir la crónica de nuestro tiempo. También un ... ejemplo de las audacias del periódico: la portada de la muerte de Ortega y Gasset en la que se consiguió burlar a la censura.
En nuestro ABC de Sevilla, que en 2029 cumplirá un siglo, hay pequeñas grandes historias de ese periodismo que trasciende hasta convertirse en legado histórico. Por eso quiero recordar la columna que Joaquín Romero Murube publicó el 10 de noviembre de 1963: «Hoy que la muerte te pone tan cercano, he ido a buscarte por todos los rincones del recuerdo...». Se trata del famoso artículo «Responso difícil por un poeta sevillano» que dedicó a su amigo Luis Cernuda muerto en el exilio mexicano y que reunió luego en su libro «Los cielos que perdimos».
El artículo era valiente. En la dictadura escribir sobre el poeta que había muerto en el destierro y que además mantenía una relación de desprecio con su tierra no era asunto sencillo. «Un sevillano difícil abre en la moderna lírica española la cima más alucinante del desprecio. En toda su obra, no se nombra la ciudad. Y, sin embargo, Sevilla está allí, latente, pluralmente referida. Ocnos es el libro sevillano de más fina, difícil, alta alusión y paisaje».
Murube recuerda a Cernuda, pero su responso es también un acto en defensa de la ciudad. Sabía que en el futuro se criticaría el silencio de la ciudad natal a la muerte de su hijo ilustre. «Mañana ese crítico impertinente y equivocado preguntará: ¿Acusaron allí que moría un poeta decisivo, hijo del aire de su ciudad, de su luz y de su hondura?».
Hablaba Murube de que Cernuda «fue tocado por la gracia de los dioses» y que demostraba su sevillanía huyendo de Sevilla. El noviembre de 1963 fue «agrio y ventolero» y él quiso enviar «un poco de humedad de calle, patio gris y mármoles sevillanos».
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