Trampantojos
La metamorfosis de nuestro calendario agrícola
La cumbre del clima en Dubai es una burla. El volcán de todas las atrocidades climáticas se convierte en escenario del debate. ¿Cómo es posible?
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Iniciar sesiónEN la Real Colegiata de San Isidoro de León el sol se tiende cada atardecer con hermosas luces crepusculares. La llaman la Capilla Sixtina del arte románico porque verdaderamente los frescos que allí se muestran representan la hermosa y sincera narrativa de los relatos medievales, ... de esas historias sagradas surgidas durante la reconquista cristiana para justificar la cruzada. Pero más allá del relato religioso hay una novela de nuestra historia cotidiana.
Allí reposan en silencio los huesos de San Isidoro, el sabio sevillano, y se pudre con hermosa lentitud la carne de los reyes de leyendas medievales. Pero más allá de eso, el fantástico edificio suena a muchas cosas verdaderas. Fue hasta cárcel de la poesía conceptista de nuestro gran Quevedo. Cuántos sueños barrocos se esconden en sus rincones…
Y, sin embargo, hay ahora un lugar de la Colegiata de San Isidoro en el que pienso especialmente en estos días: los frescos en los que aparecen pintadas las faenas agrícolas. Ese mundo de los labradores que construyeron el mundo que conocemos. Allí aparecen campesinos que cultivaban el trigo, observaban el crecimiento de las vides y los trigales, aprendían de cómo crecen las plantas, recolectaban el fruto, vendimiaban las vides y sacrificaban los cerdos por San Martín. Esta liturgia ha sido cuidada y narrada por la experiencia de los siglos, según cada mes. Hasta ahora mismo…
Imagino esas hermosas pinturas metamorfoseándose por culpa de los caprichos de los nuevos tiempos. El cambio climático transformó esta liturgia campesina revolucionando los ciclos naturales. Ya sabemos que la recogida del trigo debe hacerse antes de que el sol seque la mies, pero nada de eso nos sirve ahora porque ni mayo es mayo ni junio es junio. Las vides hay que recolectarlas con premura para que la uva no se quede en pasa quintaesenciada de sol y azúcar. Y hasta el sacrificio entre pagano y divino del cerdo con los fríos de noviembre queda ahora adelantando en el calendario por culpa de este apocalipsis climático que todo lo trastoca. Esas pinturas medievales ya son pura arqueología del pasado porque de nada sirven en los calendarios agrícolas de nuestro presente.
En los templos, en los almanaques de nuestros hogares cotidianos hay algo que está cambiando. Y ahora además se celebra la cumbre del clima en Dubai, una noticia que es el colmo de la ironía, del despropósito y de la burla. El territorio que es el epicentro de este cambio de la historia, el volcán de todas las atrocidades climáticas, se convierte en escenario del debate. ¿Cómo es posible? Ya sabemos que detrás hay un intento de blanqueamiento. Pero mientras, nuestros calendarios litúrgicos cambian, los santos de otoño con su sabor a batatas dulces ya no nos indican que llueve y caen las hojas de los árboles. El olor a uvas desconcierta el sueño feliz de los ebrios. Y en los calendarios agrícolas de San Isidoro de León hay alguien grita: ¿pero quién nos ha robado nuestro otoño? ¿Alguien sabe cuándo tendremos que recoger los frutos del invierno?
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