trampantojos
Memorial de las casas vaciadas
Hablan los edificios nobles que están siendo arrasados para levantar asépticos apartamentos turísticos
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Iniciar sesiónEN una novela de Manuel Mujica Lainez un caserón colonial de Buenos Aires habla. La casa es la narradora de lo que ocurre y de su propia historia. Le duelen las viejas maderas, siente los achaques en los pilares devorados por las termitas y nota ... el escalofrío de la noche que se cuela en las manchas de humedad de las paredes. Es una casa que está siendo destruida para acoger un edificio moderno.
He recordado esa novela estos días al pasear por Sevilla. Incluso he intuido la conversación airada de los edificios nobles que están siendo arrasados para levantar asépticos apartamentos turísticos o establecimientos de marcas internacionales. Se percibe una conversación de melancolía al recorrer el caserío de la ciudad. Voces que cuentan tristes historias olvidadas y las vejaciones de la modernidad.
Es como si una capa de olvido se hubiera asentado en los paisajes históricos. Una nada que envuelve las fachadas y los interiores de la ciudad del pasado. Con una estética copiada que nos iguala con otras ciudades sin identidad. Estas viejas casas quieren contar su historia, pero nadie las escucha. Saben que están siendo saqueadas. De día las máquinas horadan sus paredes y la radial -con ese sonido hiriente que se ha convertido en la banda sonora de la ciudad- destroza con crueldad la piel dura de los siglos.
Dentro de estas casas corre una niebla de recuerdos que empaña los espejos a punto de romperse. Los muros guardan memoria de soles y lluvias de la Sevilla del pasado. Mientras, las azoteas desde las que se veía el atardecer al llegar el soplo de marea se convierten en soláriums y en terrazas para copas de 'tardeo'.
Los antiguos caserones vaciados narran la historia de sus moradores, como hacía la protagonista de la novela de Mujica Lainez. Y por las noches, cuando el silencio se instala en la ciudad, se oyen crujidos que son las voces de la despedida. Temen borrarse, desaparecer de la memoria de la ciudad bajo el disfraz moderno de la impostura. Como si nunca hubieran existido…
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