trampantojos
El esperpento y la belleza
Hay historias secretas de la Epifanía que palpitan en la historia de nuestra Cultura
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Iniciar sesiónPasan fugaces los recuerdos de las mil cabalgatas de Reyes y sus curiosas reinterpretaciones, algunas como versiones esperpénticas del callejón del Gato de Valle-Inclán. Y pienso en qué momento la Epifanía se convirtió en un carnaval. Quizás, para salvar la memoria, podríamos refugiarnos dentro ... de cuadros antiguos, en las páginas evangélicas o en hermosos capiteles románicos en los que aún resisten las escenas originales.
Pero ¿cuál es la verdadera escena original? Acabo de regresar de Rávena donde se esconde la primera representación de los Reyes Magos. Allí están en el famoso mosaico del siglo VI d. C. en la Iglesia de San Apolinar. Es una obra replegada en el fondo del tiempo, por eso Baltasar aún no es negro. Eso llegará siglos más tarde, con el Renacimiento y sus circunstancias históricas.
La Epifanía ha inspirado gloriosamente el Arte con joyas como los frescos de Benozzo Gozzoli en la Capilla de los Reyes Magos en Florencia. Una obra realizada para mayor gloria de los Médici, convertidos en personajes del cortejo gracias a su mecenazgo. Algo parecido a lo que sigue ocurriendo hoy.
Pero hay otras historias más secretas de Epifanías que palpitan en la historia de nuestra cultura, como la sucedida el 6 de enero de 1923 en casa de los García Lorca. Allí Federico, Manuel de Falla y el escenógrafo y titiritero Hermenegildo Sanz representaron un Auto de los Reyes Magos para las niñas Isabel García Lorca y Laura de los Ríos. Sin duda, una noche mágica.
Estos días también he recordado otra escena que sucede la noche del 6 de enero, pero en el Dublín de 1904. Está en las páginas del relato «Los muertos» del libro «Dublineses» de James Joyce. John Houston en su versión cinematográfica nos mostró en la estremecedora escena final esa 'epifanía' que sucede en el día de la Epifanía. Sonaba el río Liffey y nevaba intensamente sobre los vivos y los muertos… Pasan los Reyes Magos y también pasa la vida trascendida entre el esperpento y la belleza. Como cualquiera de nuestras cabalgatas y sus ilusiones perdidas.
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