SEVILLA AL DÍA
Hasta el moño de puteros
No digo que las conversaciones entre Koldo y Ábalos sobre el reparto de prostitutas no levanten el estómago, pero lo que no levantan es ruido en la calle
«Estamos ya hasta el moño de puteros». Con esa 'fina' expresión manifestaba esta semana su indignación Ángeles Férriz en el Parlamento andaluz antes de encender el ventilador de fango contra el PP. Que en esto de la corrupción, como poco, empatamos, venía a decirles ... a continuación. Pero la portavoz adjunta del PSOE-A no pudo evitar el desahogo. Uno de los pocos que hemos escuchado estos días del feminismo con carné para dar lecciones y en especial, desde las filas socialistas. Que no digo que las conversaciones entre Koldo y Ábalos sobre el reparto de prostitutas no le levanten el estómago a cualquiera, pero desde luego no han levantado ruido en la calle.
No hace tanto que el PSOE capeaba otro escándalo relacionado con el gasto en prostitutas, curiosamente también en Andalucía. Al partido y al expresidente de la Faffe, Fernando Villén, todavía les persiguen el desembolso de dinero público en prostíbulos como el Don Angelo. Aquello fue la última gota en el vaso que rebosó la mayoría de izquierdas, provocando el vuelco electoral en 2018 tras 37 años de hegemonía socialista.
Los 'castings de señoritas' del tito Berni mientras se votaba en el Congreso la propuesta para abolir la prostitución... En fin. Dice la histórica socialista Ángeles Álvarez que ha instado a modificar los estatutos porque «ser putero debe ser incompatible con la militancia en un partido político», como si esa condición fuese de dominio público o se declarase como los bienes y rentas de los diputados. Nadie en el PSOE sabía ni podía esperarse eso de José Luis Ábalos y Koldo García, como nadie en Más País ni en Sumar sabía de los comportamientos nada ejemplares de Íñigo Errejón con compañeras de partido, periodistas y actrices. Siempre es mejor no saber cuando se trata de los tuyos.
«Hasta el moño estamos ya de puteros». Desde luego, de todo lo que se ha dicho estos días sobre el asunto, incluida la disculpa a las mujeres del presidente del Gobierno en su declaración bajo tres capas de maquillaje de tanatorio, es lo único sincero. Ni un pero se le puede poner al desahogo de Ángeles Férriz. Cualquiera, con todo lo que está cayendo y lo que parece que está por venir, se deja llevar por el exabrupto, pero con la simple confesión del hartazgo, poco ganamos. Quizá haya que empezar a hacer pedagogía de puertas para adentro y volver a unir al movimiento feminista, dividido y enconado en luchas internas. El feminismo no es patrimonio de la izquierda ni de la derecha, como tampoco lo es la corrupción, pero desgraciadamente todo esto lo estamos aprendiendo por la vía de los hechos.
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