¿Dónde está el chiste?
Mofarse de las imágenes de los devotos llorando en cola porque no reconocen a su virgen es sólo síntoma de una enorme ignorancia
EL espectáculo mediático de esta semana a cuenta del cabildo de la Macarena ha mostrado, una vez más, lo peor de la ignorancia. Las valoraciones de tertulianos y 'opinólogos' en los programas de máxima audiencia dibujando a los sevillanos como meapilas y fanáticos religiosos sólo ... han contribuido a distorsionar una realidad que es mucho más amplia y rica de lo que el centralismo y la superioridad de muchos periodistas les permiten ver.
No hace falta ser hermano de la Macarena ni ser sevillano para sentirse insultado. Yo no soy ninguna de las dos cosas, ni siquiera tengo una mayor devoción a esta virgen que a otras, pero sí me he sentido profundamente herida por ese rosario de expresiones desafortunadas con las que han adornado la noticia que ha abierto los programas de la mañana y ha llenado minutos de telediarios.
Especialmente desagradables han sido los de la televisión pública, a la que se le presupone un mayor uso de la ética profesional, aunque sólo sea por el hecho de que tiene una responsabilidad educativa y de que se sostiene con los impuestos de todos los ciudadanos, incluidos los contribuyentes sevillanos.
Me refiero a rótulos como «Operación Macarena: chapa y pintura». «bendito trozo de madera» o «Macarena ¿guapa?» para abordar un asunto que trasciende la restauración de una obra de arte. Mofarse de la situación mientras se emiten las imágenes de los devotos llorando en cola porque no reconocen a la virgen que está en el altar es la mayor muestra de ignorancia de los que se sientan en corrillo ante las cámaras a hablar de cualquier tema.
No veo la misma mofa ante los aficionados de un equipo de fútbol celebrando los triunfos del equipo o lamentando sus derrotas. Y ya les digo, entiendo lo mismo de deportes que de cofradías, pero comprendo perfectamente que la hermandad haya decidido mandar una carta a todos esos programas que han hecho un tratamiento tan vergonzoso de la situación. Desgraciadamente eso también se usará para seguir ridiculizando las tradiciones de la ciudad, amparados en la libertad de expresión.
Las pasiones, como tantas otras cosas, no son racionales ni se rigen por las leyes de la lógica. Y, sobre todo, ante el dolor del otro, lo único que se puede hacer es mostrar respeto y acompañarlo. Simplemente.
Esa misma libertad que permite a los tertulianos hablar en el tono que deseen de una noticia –faltaría más– la tiene también una institución a alzar la voz cuando se siente agraviada. La sequía de temas en verano es el mal de nuestra profesión, pero siempre es más enriquecedor recurrir a la imaginación que la ridículo.
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