Hogueras por el sur
Mientras dispone la leña, repasa todo lo que va a quemar a modo de primitivo exorcismo para ahuyentar las calamidades de Andalucía
Sevilla
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónHa llegado temprano. El sol cae aún de canto sobre la arena tibia del Palmar, donde un levante exánime juega hoy a esculpir dunas mínimas que no duran más de un minuto. Viene, con su gente, no sólo a festejar su santo sino a completar ... una liturgia que empezó a celebrar el maldito año de la pandemia, la que se llevó a su madre. Lleva en las manos un hatillo de papeles, recortes de periódico, folios con frases subrayadas, hojas arrancadas de algún informe y fotocopias de informaciones sacadas de versiones digitales de diarios. Los ha estado reuniendo durante meses para meterles fuego, como estos cuatro años previos, por mera necesidad vestida de superstición. Que en la noche más corta arda todo lo malo. Lo hizo las dos primeras veces enfocando la cita en su faceta más personal y lo hace ya como costumbre más reciente elevándose al plano general para pedir a las estrellas que acaben con los males de su amada Andalucía.
Mientras clava cuatro palos y dispone la leña, repasa todo lo que va a quemar a modo de primitivo exorcismo para ahuyentar las calamidades del sur. Juan piensa que esta tierra, la suya, no necesita más promesas sino despojarse de lo que duele. Lo primero que envía al fuego es un recorte de un reportaje sobre la sequía, la herida que tanto daño ha hecho al campo y que esta primavera ha empezado a curarse con trenes de borrascas. Esos no se quedaron sin suministro. Pero queda, queda. Lanza después a la lumbre las noticias de Doñana, de las amenazas de los pozos a las guerras del agua, el fuego real y el fuego político. Y portadas con las riadas de Campillos o el aluvión de Jerez o las ramblas enfurecidas del campo de Níjar. En un gesto lento, casi reverencial, arroja también un titular que ya ha amarilleado pero que no caduca, uno que alude a la violencia, los tiroteos y el narcotráfico en las costas. Y otro que también tiene el litoral como trágico escenario, el de la llegada masiva de migrantes sin más horizonte que el de amanecer al día siguiente. Prenden también los informes que se repiten de Cáritas sobre la pobreza o los del INE con los barrios más depauperados de España, todos por aquí. Y los documentos que evidencian unas listas de espera que desesperan. Y un papelillo con el nombre de cada una de las mujeres que mataron sus abominables parejas desde el verano anterior. Y los artículos sobre el libro del hediondo Bretón o la inmunda asesina del niño Gabriel Y los ecos de los jóvenes que se marchan sin oportunidades laborales. Y los gritos de rabia de las familias que no pueden acceder a una vivienda. Y el lamento de una comunidad que sigue sin recibir lo que se le debe mientras otras disfrutan del premio del chantaje, como si el tiempo de Andalucía siempre fuera otro. Y el resquicio mental del atávico conformismo, del íntimo derrotismo que tanto pesa.
La candela se agota. Se enciende, justo, el hilo de esperanza. Ardieron los fuegos por San Juan.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete