EN LÍNEA
Los días «históricos»
Salimos ya a dos «jornadas históricas para Andalucía» por semana a tenor de los mensajes de los dirigentes. Quizás resulte demasiado. Quizás
Sevilla
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Iniciar sesiónEsta pasada semana, el presidente de la Junta volvió a hacerlo. Fiel como pocos al latiguillo enlatado, ultraprocesado y pasado unos minutos por el microondas, Juanma Moreno se olvidó de cualquier singularidad léxica y subrayó que el acuerdo con los sindicatos del sector de la ... educación para la ampliación de plazas docentes y la equiparación salarial del personal —que sin duda es relevante— suponía «una jornada histórica para Andalucía». Una más. Empezamos a salir a dos por semana. Quizás resulte demasiado. Quizás.
Se desconoce la fecha exacta del comienzo de la inflación, pero este fenómeno con epicentro en San Telmo comienza a ser excesivamente llamativo. Y ya conocen la canción: el amor se rompe de tanto usarlo. Pues eso. Con enormes grados de retórica e hipérbole, los discursos de los principales responsables del Gobierno andaluz, especialmente del principal, y los argumentarios de su amplio equipo de asesores se han ido llenando de calificativos trascendentales para dibujar hitos sin comparación alguna con el resto de la historia, terminando por devaluar el significado, el concepto y el propio mensaje que se quiere lanzar a la opinión pública. El exceso de bombo en la trasera de la banda impide que se escuchen bien las trompas y los clarinetes. La composición musical se acaba estropeando. Así está ocurriendo. Cada vez que un dirigente andaluz se sube a una tribuna para anunciar cualquier decisión —si se firma un pacto con un conglomerado empresarial, si se sella un acuerdo con las centrales sindicales o si se rubrica un protocolo para estudiar un convenio que estudie un futuro convenio que ponga en marcha un protocolo—, la palabra mágica emerge, solemne y recurrente, sin faltar a la cita: «Estamos ante una jornada histórica para Andalucía», se pronuncia con gesto casi creíble.
Si de verdad cada anuncio gubernamental supusiera un hito en la historia con mayúsculas, los libros de texto de Secundaria de dentro de varios años no van a caber en las mochilas. Pero la verdad es que no es así, no. Sencillamente se trata de una sucesión de eventos corrientes, hasta anodinos, erigidos sobre la espuma de los titulares y el pánico a pasar desapercibidos. No es una manía exclusiva de un color político. La izquierda tiene su amplio archivo de «conquistas sociales» inapelables y la derecha, sus «revoluciones silenciosas» que jamás se silencian, por cierto. Todos comparten la fiebre adanista y el ansia por solemnizar lo ordinario, por convertir cualquier acto de gestión en un momento fundacional. Puede que lo más coherente a estas alturas sea un día sin titulares grandilocuentes ni vídeos con música épica. Un día sin «hitos», sin «momentos decisivos» ni «legados». Un día normal en el que un gobierno gestione, cumpla con su obligación sin revestirla de epopeya. Un día sin historia. Algo que sería, ciertamente, un acontecimiento memorable.
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