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QUEMAR LOS DÍAS

En Sevilla nadie muere

Es la esencia de esta ciudad: mata a sus héroes, y al día siguiente los redime. Los dioses se confunden con los hombres

Daniel Ruiz

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Atravesé la Plaza de San Francisco el jueves por la noche. El turismo de paso arracimado en las populosas terrazas se amalgamaba con los sevillanos que hacían cola para despedir a María Jiménez. Toda la plaza remedaba sin pretenderlo un enorme Auto de Fe barroco, ... donde los llantos se confundían con los gritos de los niños y el aspaviento de las plañideras circunstanciales convivía con el curioseo autóctono y foráneo. El centro parecía arder bajo la llama de Babilonia: turistas entusiasmados, pedigüeños y lisiados, artistas regalando su talento por cuatro monedas, comerciantes con el género a pie de calle, gitanas quiromantes vendiendo caro el romero.

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