Tribuna Abierta

Compadres

No tengo la menor duda de que sus críticas serán ingeniosas y originales, y nos seguirán haciendo reír y disfrutar

Raúl Doblado

Antonio Narbona

No sé si Alfonso Sánchez y Alberto López, 'Los Compadres', tienen el vínculo «familiar» que los diccionarios atribuyen a tal término ('padrino de bautizo del hijo del otro'), pero, después de tantos años haciéndonos la vida un poco más amable con sus películas, actuaciones, diálogos…, ... les queda muy corto su uso (coloquial) como «amigo o conocido». Desde luego, lo que nada les cuadra es el «despectivo» o «peyorativo» de «compadreo».

Han empezado, en el ABC de Sevilla, una nueva «aventura», con su periódica «viñeta audiovisual» (también la califican de «virtual») que han titulado «ESTO ES ASÍN», donde, según sus propias palabras, «se disponen a dar caña a todas las Sevillas en un lenguaje más de ahora, el que se está creando», insertándose en una tradición humorística que arranca de Mingote y La Codorniz.

No tengo la menor duda de que sus críticas serán ingeniosas y originales, y nos seguirán haciendo reír y disfrutar. En su primera entrega arremeten contra aquellos (cada vez más numerosos) que están «perdiendo la olla» con su(s) perro(s), hasta el punto de que «loh ehtán vorviendo vehetariano», los bautizan con nombres «bíblicos», como Abraham, y no sería extraño que terminaran vistiéndolos de «nasareno». Una «pasión» que, entre otras consecuencias, está acabando con comercios tradicionales, cuyos dueños prefieren convertir en «tiendah de shushería pa perro», que dejan más dinero.

¿También «creadores» de usos idiomáticos? En principio, la clave del éxito parece residir en algo que por estas tierras meridionales se cultiva de manera acentuada, el hallazgo de asociaciones léxicas no (del todo) previsibles ni esperables, como la que me «impactó» hace muchos años: un operario que arreglaba una avería en el subsuelo, al salir a la superficie para recoger una herramienta, se topó con una chica especialmente agraciada, y gritó a su compañero que permanecía abajo: «oye, Pepe ¿pero la Macarena no sale en Semana Santa?». Algo similar llevan a cabo estos «compadres» al atribuir a animales el vegetarianismo y caprichos reservados a los niños.

Porque en pronunciar «gargo» (galgo) o «vorviendo» (volviendo) y en la «aspiración» o «caída» de las –s («ehto é» [asín]) nada hay de particular, son rasgos generalizados en el habla de muchos andaluces. Si acaso, al decantarse por el primero (/mi-arma/ < «mi alma»), corren el (pequeño) riesgo de que la balanza del receptor se incline hacia el lado de lo no prestigioso, algo que tiene que ver con lo que en seguida diré.

Y por lo que concierne a la construcción discursiva, sólo cabe destacar la atinada captación por los 'Compadres' de la peculiar sintaxis del coloquio conversacional cotidiano, a notable distancia del registro formal estándar que, por supuesto, ellos también dominan, como se revela en la entrevista que les hizo J. Álvarez, en la que expresan sus opiniones con respuestas como «nuestras viñetas se sitúan entre una tradición que quiere permanecer indeleble [sic] y la fuerza de una evolución que afecta a todo el universo».

Como ya el propio director de ABC, Alberto García Reyes, se ha encargado de darles la bienvenida (21/9/2024), recordándonos que «la manera más profunda y seria de hacer crítica es utilizar la ironía», me detengo en la palabra última del título, el arcaísmo rescatado «asín», que, con esa -n analógica añadida (presente también en otras voces, como según), ha acabado siendo un vulgarismo, al igual que ansina, asina o ansí. Es verdad que con ello no se alcanza la fuerza comunicativa que el lenguaje publicitario consigue con la recuperación del sentido literal de expresiones semánticamente «gastadas», como, por ejemplo, «en las distancias cortas se la juega» (se anuncia un perfume, y en la escena un apuesto caballero aparece prácticamente encima de una atractiva señorita que se dispone a impulsar una bola de billar). Pero todo uso idiomático que remueva lo usual y normativo provoca una sacudida en el receptor, al obligarlo a llevar a cabo un esfuerzo inferencial adicional.

Y no vale tildarlo de recurso «fácil», mucho menos de «facilón». Porque, además de establecer una nueva conexión significativa entre expresiones de empleo común y corriente, hay que saber insertarlo. Conseguir que la gente se ría poniendo en boca de unos catetos «naide» o «polígano» no requiere imaginación alguna. Pero lograr despertar en el lector, por medio de una voz anticuada, expectativas inesperadas, requiere, no sólo saber activar la facultad de imaginar, sino también la capacidad lingüística de sugerir. En realidad, ambas son inseparables.

Tiempo atrás, en «Así [no ansí] se habla», escrito aparecido en este mismo diario, y que no tenía la menor intención humorística (para lo que no estoy dotado), pretendí hacer ver que ni los acortamientos («mu» por muy, «to pa ná» o «no ni ná» en lugar de todo para nada y no ni nada) ni las deformaciones fonéticas («po» en vez de pues), habituales dentro y fuera de Andalucía, tenían por qué ser determinantes para la evaluación de la «calidad» de la conducta lingüística de los usuarios. Pero sí resulta decisivo para la comprensión del sentido el papel de la prosodia, de manera que hasta una secuencia «neutra» puede ser una dura advertencia, como la que espetó –casi «parándose» en cada una de las palabras- un amigo a alguien al que el médico acababa de prohibir el alcohol: «¡pueh / tú / vino / bebeh!».

Por eso, hay que oír, y no limitarse a leer, estas viñetas «audiovisuales» de los 'compadres'.

SOBRE EL AUTOR
Antonio Narbona

Catedrático Emérito de la Universidad de Sevilla y Vicedirector de la RASBL

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