la tribu
Satisfacción
Ha sido una lotería del cielo que le ha tocado incluso a quienes no han metido. La generosidad de Arriba es así
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Iniciar sesiónNO hablan exactamente del sembrado, de esos trigos que revientan de verdes y afilan las agujas de sus espigas; ni se refieren solamente a los cultivos; ni a los pinos, ni a los olivos, ni a la dehesa, ni a la vega, ni a los ... vallados, ni a las veras de los caminos. No; cinco palabras bastan para que todos nos entendamos: «¡Quillo…, comostá er campo…!» Sí, cómo está el campo; qué gloria, qué plenitud, qué hermoso desmadre, qué necesitada exuberancia, qué exageración más bien recibida. Se encuentran los hombres y lo comentan: «¡Si vieras la laguna…!», «El azahar dobla las ramas de los naranjos…», «¡Hay que ver cómo se han puesto las papas…!», «A ver si te acercas al pinar, ya verás qué belleza…»
Huellas de esparragueros por todas partes. Y por los sitios acostumbrados, manos que saben cómo cazar las estrellas vegetales de las tagarninas. A la hora del almuerzo, es inevitable: se te acerca la memoria del cocido con habas y la ensalada caldosa en el centro de la mesa familiar. Y basta ese recuerdo para que la familia vuelva a estar toda y unida bajo el mismo techo. El cocido, la comida, como por antonomasia se le llama en la tribu. En la casa, memoria de las viejas recetas que van de la ensalada a las torrijas; y en la taberna, el campo: «Todavía no se puede entrar en lo mío…» Pero hay satisfacción al decirlo, como quien atranca con trigo la puerta del granero y no puede entrar. Satisfacción. Hacía mucho tiempo que el campo todo no era una alegría de pueblo beneficiado por un milagro, el milagro de la lluvia y todo lo que esta consigue después. Ha sido una lotería del cielo que le ha tocado incluso a quienes no han metido. La generosidad de Arriba es así. En los sitios donde los suelos resbalan, hay quien habla de alergias, humedad en las paredes, goteras… En el campo se habla de gratitud. La gratitud está en todas las frases que ahora visten al campo: «Gracias a Dios, mis tierras están como no han estado nunca…», «¿Y mis pozos? Gracias a Dios están que el nivel del agua se viene al brocal…» Allí donde la lluvia rompe toda dureza, hablan de baches, de socavones, de deterioro. En el campo, de cómo van las gavias, de cómo en el olivar, en el pinar y en la dehesa el agua ha formado arroyos temporales. En los sitios de adoquín, se habla de los destrozos de la lluvia; en el campo, de cómo se van a venir las cosechas este año… Por eso «ca uno es ca uno».
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