la tribu
El río
Tiene un nombre muy sonoro, aunque entre los paisanos tiene otro mucho más tuyo, «el río der pueblo». Sí, lo sentíais y lo sentís propio
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Iniciar sesiónAGRADECES haber nacido en uno de los lugares más ricos para un niño que empieza a descubrir el mundo que le rodea… Un pueblo pequeño con un inmenso término en el que había de todo lo que pudieras apetecer o necesitar. El pueblo, muy antiguo, ... te ofrecía personajes irrepetibles y una perspectiva asombrosa desde el cerro donde se asentó el palacio que le da nombre, y algunos vestigios de lo que el pueblo fue: paños de muralla, puente que quizá fue romano en origen, arco de entrada a la vieja ciudad medieval… Y celebraciones íntimas que marcan tu memoria festiva, y una iglesia mudéjar que fue mezquita, y una torre exenta que fue alminar, y una bellísima fuente barroca… En el término, una parte puramente aljarafeña —olivares, huertos, naranjales—; otra, forestal: varios miles de hectáreas de pino, monte y dehesa; otra, de vega, con cultivos de temporada, choperas, alamedas, huertas… Otra, de inmensos calmos de buenísimas tierras en las que se criaba cuanto sembraran, o bien pastaban ganaderías bravas. Y una inmensa marisma de increíble riqueza de fauna y flora; una marisma que cuasi besa el adiós del Guadalquivir o sueña asomarse a la pleamar del Atlántico. Y un tren, siempre de ida, para que viajaran tus sueños. Y podrías seguir enumerando, pero has de hacerle sitio holgado y de honor al río.
Tiene un nombre muy sonoro, aunque entre los paisanos tiene otro mucho más tuyo, «el río der pueblo». Sí, lo sentíais y lo sentís propio, al menos las aguas que bañan el término. El río del pueblo, o simplemente el río. ¿Cuánta vida dependía del río? Todos los cultivos de las tierras de la vega (recuerdas ahora un sonido de motores y a los hombres regando el maíz, el tabaco, el algodón…) y todos los animales -vacas, cabras, ovejas, cochinos, bestias- que tenían allí su abrevadero, su bañadero, los frescos barros de sus orillas y la abundante yerba. Y el aprovechamiento arenero para la construcción. Y las eneas para cubrir un almiar o techar una choza. O para asientos de sillas. O para vestir las calles del Corpus con las juncias que se hermanaban con el romero traído de los pinares. O para beber, que no había entonces quien no bebiera agua del río. Y para ofrecer en verano lugares idílicos de baño y placer. El río. Eres incapaz de entender tu vida sin el extenso y riquísimo término de tu pueblo, y mucho menos si a ese término le quitan el río, el Guadiamar, allá por Aznalcázar. El río de tu vida.
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