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la tribu

Resurrección

La pasión del campo acaba en la callada fiesta de la vida renovada

Antonio García Barbeito

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DABAS por perdido el poleo, varios años ya sin levantar su fuerza y la belleza de su botonadura malva cuando espiga y florece; el viejo poleo que buscaban en los manchones para, segados, llevarlos a la caldera para lograr su esencia. Dabas por perdido el ... acanto, incapaz de asomar el verdor irrepetible de sus hojas, nacidas para perpetuarse en los capiteles corintios y en algunos mantos de Juan Manuel Rodríguez Ojeda o para soñar con llegar a alas de ángeles. Dabas por perdida la intratable ortiga, malva mentirosa que guarda una inmediata picazón en la piel que se roza por ella. Dabas por perdida la capacidad del granado para vestirse del verdor más delicado y, cuando abril se asentara, llenarse de flores que mañana, en el otoño, serán mundos coronados. Dabas por perdido el perejil, que no respondía a los riegos ni a la siega oportuna. Y lo que dices de los arriates, lo dices del campo inmenso. Porque allí donde la tierra guarde los secretos de todas las semillas, ha habido resurrección. Si la Pasión de Jesús acaba en su Resurrección, la pasión del campo -la sequía-, acaba en la callada fiesta de la vida renovada o de la resurrección de tantas criaturas verdes como dábamos por muertas.

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